PRESENTACION: la creacion de este blog responde a la necesidad que fue surgiendo en las reuniones de PSICOANALISIS EN DEBATE de favorecer los intercambios de textos que se han ido exponiendo. El mismo es abierto, es decir, puede funcionar como recurso interno a los concurrentes habituales y tambien para los interesados que quieran tener una idea de la historia del grupo a traves de los textos que nos han ido interesando sucesivamente
jueves, 13 de diciembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
La brecha del Tiempo por Luis Vicente Miguelez
La brecha del Tiempo
La valoración de la experiencia está desapareciendo de
nuestra cultura. Giorgio Agamben, en su libro “Infancia e historia” que
precisamente lleva por subtitulo “Ensayo sobre la destrucción de la
experiencia”, plantea que su ocaso constituye un rasgo característico de
nuestra época.
“Actualmente ya nadie parece disponer de autoridad suficiente para
garantizar una experiencia, y si dispone de ella ni siquiera es rozado por la
idea de basar en una experiencia el fundamento de su propia autoridad, por el
contrario lo que caracteriza al tiempo presente es que toda autoridad se funda
en lo inexperimentable y nadie podría aceptar como valida una autoridad cuyo
único título de legitimación fuese una experiencia. Y continúa Agamben diciendo más adelante “…la
humanidad ha perdido la experiencia, lo cual no significa que hoy ya no existen
experiencias pero estas se efectúan fuera del hombre.”
El psicoanálisis, por
el contrario, recupera la experiencia para la vida y la coloca en el centro de
su praxis.
La repetición
rutinaria, la banalidad de lo cotidiano, destruye toda nueva experiencia.
Efectivamente, como señalaba Agambem, esto no quiere decir que las experiencias
no ocurran sino que no nos apropiamos de ellas y quedamos tomados por la monotonía
de la reproducción de lo mismo o por la contracara de la misma moneda, la
vorágine de la persecución de lo
novedoso.
La ciencia
contemporánea ha contribuido también a dar por tierra con la experiencia como
fundamento del conocer y, en el camino de la exaltación del conocimiento puro,
la convierte en experimento. Transformada de la mano del pensamiento científico
en experimento o en “caso”, deja de referirse a sujetos reales y pierde su
carácter temporal y singular.
Ahora bien, aunque se
la minimice, por menos crédito que el mundo contemporáneo le dé, es condición inaugural de lo propiamente
humano.
En tanto que el hombre no habla desde siempre, tiene que entrar en el
lenguaje y debe, como bien indica Agamben,
hacer la experiencia esencial de apropiarse de la lengua.
Cada vez que alguien
dice yo pone al descubierto la
escisión entre el lenguaje como provisión de signos, cúmulo semiótico y como
habla. La posición constitutiva del ser humano no es tanto que hable sino
que no hable desde siempre, es decir, que deba introducirse en la lengua,
apropiarse del habla, para lo cual tendrá que tomar la palabra que le viene
inauguralmente del Otro[1], y
hacerla propia. Deberá paradojalmente crear lo que le es dado[2], o en
el sentido que da Freud a las palabras del poeta, deberá apropiarse de lo que
ha heredado para hacerlo suyo.
Cada vez que se toma
auténticamente la palabra, se produce un acontecimiento, un acto de
enunciación, un pasaje donde el decir se abre paso entre lo dicho, verdadera
experiencia realizadora de subjetividad.
En el análisis el
paciente habla de lo que le sucede, de lo que anhela, de lo que padece, también
su callar, si se está atento a ello, es un modo de decir. Es pertinente para el
analista, hacerse la siguiente pregunta: desde qué lugar y desde qué tiempo el
sujeto habla.
La interpretación
psicoanalítica reconstruye en primer término las coordenadas de tiempo y
espacio donde situar la enunciación. En ese sentido, la experiencia del
psicoanálisis recobra memorias y convierte la secuencia transitoria del relato
en un acontecer histórico.
La construcción en
análisis es la interpretación que otorga nuevo lugar y provee de temporalidad a
los acontecimientos fundamentales de la vida de un sujeto, posibilitando su
implicación en los mismos.
La experiencia del
análisis produce en la linealidad temporal y homogénea que uniforma una vida, brechas, cortes que
transforman al tiempo en algo pleno y real. Modifica la concepción habitual que
se tiene de lo temporal, esto es, como cinta deslizante a la que se está
montado y medida universal de lo que acontece. La brecha imprime en el tiempo
otra consistencia, lo constituye como sitio, territorio posible en el cual un
sujeto se puede reconocer en tanto sujeto de enunciación[3]:
tiempo desde el que habla, tiempo apropiado. Propicia, entonces, la
construcción de una verdadera temporalidad histórica.
Denomino a este hecho
con el término brecha para subrayar su naturaleza de ruptura, de irrupción
sobre la linealidad y el continuum temporal. Brecha en tanto lugar donde puede
habitar un sujeto.
Nietzsche expresa, en
los términos de su pensar, que el superhombre es quien pueda hacer del así fue,
un así lo quise. Elevarse por medio de la voluntad por encima de la corriente fugaz
de los hechos: el pasado que no depende de nuestra decisión tiene sólo el
efecto de vaciar de sentido al presente. Si para la praxis psicoanalítica
el pasado no queda clausurado por lo que ya fue, es porque hace de la historia
el modo particular en que cada uno “decide” [4] tomar
lugar.
Rememorar el pasado,
entenderlo, conjeturar sobre el por qué de las cosas es seguramente una
práctica de investigación y de conocimiento histórico, pero tiene escaso efecto
de cura analítica. La apuesta que hace la práctica psicoanalítica es la de que
no hay clausura de lo que ya fue, de lo que ha acontecido sino por el contrario
concibe al pasado en tanto experiencia viva, donde el sujeto puede tomar aún
lugar al decidir en consecuencia. Construir el pasado no es tanto recordar sino
poder elegir una de las múltiples direcciones posibles que se habilitan en el
momento en que el sujeto logra tomar nuevamente la palabra, y a su vez la
contingencia de habitar un presente que no esté determinado absolutamente por
lo que ya fue[5].
Sin embargo lo que vivenciamos cotidianamente es que el pasado acompaña
como una sombra al presente, pero paradojalmente sin haber sido nunca a su vez
actual. Esto es efecto de que la temporalidad subjetiva está condicionada por
el anudamiento pulsional. Como consecuencia de que el objeto de la pulsión se
recrea como perdido en cada nuevo hallazgo, viene a infiltrarse en nuestra
representación temporal una especie de nostalgia por el pasado. La temporalidad
que nos constituye se expresa bien en dos concepciones freudianas: hallar
el objeto es volver a encontrarlo, la realidad es lo pasible de ser
reencontrado.
La sensación subjetiva de pasado indefinido que acompaña al suceder
actual responde a esta lógica del reencuentro. El acontecimiento presente
pareciera manifestarse acompañado de una forma de anterioridad, de lo que ya
fue, aún sin haberlo sido.
Esta connotación del pasado sobre el presente la hallamos expresada en
su forma extrema en el fenómeno de déjà
vu. En éste el sujeto percibe que lo que está viviendo es idéntico a algo
que ya ha vivido. Si bien no logra situarlo
temporalmente, es decir, no puede reconocer exactamente cuándo
ocurrió, tiene la certeza de que lo que
está viviendo es la repetición de algo que ya pasó. El tiempo en el que se
sitúa el fenómeno de déjà vu es el
del pasado indefinido. Un sujeto dirá no sin cierta turbación “viví algo
idéntico a esto”, “esto me ocurrió antes
pero no sé cuando”.
La explicación que Henri Bergson da del fenómeno de déjà vu en un
articulo que se titula “El recuerdo del presente y el falso reconocimiento”
aporta elementos de sumo interés para el psicoanálisis. El título “recuerdo del
presente” es de por sí un oxímoron, invita a reflexionar sobre una situación
paradojal que se presenta respecto a la memoria.
Para Bergson el fenómeno de déjà vu
revelaría con la lente de aumento de una suerte de psicopatología de
la vida cotidiana el funcionamiento de la percepción y de la memoria.
Postula que la percepción y la memoria comparten con el fenómeno de déjà vu una
condición fundamental que, sin embargo, permanece oculta a un análisis
superficial del mismo: la inscripción del recuerdo coincidiría temporalmente
con el momento de la percepción. Considera erróneo suponer que recién cuando lo
percibido no ocupa nuestra percepción se lo retendría como recuerdo, portando
entonces un índice de pasado. Por el contrario, propone que es en simultaneo
con la percepción que se abren dos direcciones paralelas y conjuntas, una, la
percepción actual propiamente dicha y otra la inscripción de lo percibido como
recuerdo. Por lo tanto toda percepción porta en el mismo momento de registrarse
el signo del pasado, de un pasado indefinido, de un “ha sido” que se inscribe
en bajorrelieve como pasado general.
“Todo momento de nuestra vida –manifiesta Bergson – ofrece, pues,
dos aspectos: es actual y virtual, percepción de un lado y recuerdo de otro. Se
escinde al mismo tiempo que se opone. Lo que se desdobla a cada instante
en percepción y recuerdo es la totalidad de lo que vemos, oímos o
experimentamos, todo lo que somos con todo lo que nos rodea”.
Retomando la noción freudiana de primera experiencia de satisfacción,
nos encontramos a partir de esta lógica con que en ella se inscribe la idea de
un tiempo anterior, no pudiendo afirmarse que ella sea efectivamente la primera
experiencia a la cual las siguientes remiten, sino que con ella se
registra un ya ha sido de ella
misma.
En concordancia con esto, a la primera experiencia de satisfacción no
deberíamos entenderla como una medida inaugural para las subsiguientes, sino
que, ella misma estaría marcada por una remisión a un pasado de sí misma -
resultante de la inscripción simultánea de la experiencia como percepción y
como recuerdo – y, por consiguiente, constituiría el punto de partida como un
real ya perdido.
Bergson,
en ese mismo artículo, presenta al futuro como un recuerdo del porvenir. Dice
textualmente: “¿No anticipamos en cada momento algo del momento siguiente?”
“Este instante que va a venir está ya invadido por el instante presente; el
contenido del primero es inseparable del contenido del segundo, si el uno es a
no dudarlo un recomenzar de mi pasado, ¿cómo el instante por llegar no lo seria
igualmente?”
“Así me encuentro sin cesar, frente a lo que está a punto de llegar, en
la actitud de una persona que reconocerá y que por consiguiente conoce. Como yo
no puedo predecir lo que va a suceder, veo que no lo sé, pero preveo que voy a
haberlo sabido, en el sentido de que lo reconoceré cuando lo perciba, colocándome
– concluye Bergson - en
la extraña situación de una persona que siente conocer lo que sabe que
ignora.”.
Si en el
momento presente anticipo algo del futuro, éste adquiere la modalidad que tiene
el presente. ¿Cuál es la modalidad que tiene el presente?, que se inscribe ya
como recuerdo. Por consiguiente, una anticipación del porvenir se convierte en
un recuerdo del futuro, se configura como futuro anterior.
El “lo habré sabido” remite al futuro de un pasado, como si ya se
hubiese realizado ese futuro. El sujeto pareciera desdoblarse en un narrador
que, situándose temporalmente en el futuro, cuenta algo que aún no le ha pasado
al personaje pero que el narrador ya sabe que le pasó.
Coincidentemente, se considera que el fenómeno de déjà vu es
acompañado por una sensación de extrañamiento, por una vivencia de
desdoblamiento del sujeto, como si fuera espectador de lo que está viviendo.
También durante su ocurrencia ciertas palabras familiares se le vuelven
extrañas, y quien lo experimenta tiene la sensación de que fueron dichas con
anterioridad, adquiriendo una connotación de rareza. Esta característica que
acompaña al fenómeno da la pista que, a mi entender, permitirá ofrecer una explicación al por qué de la concurrencia
simultanea de la percepción y el recuerdo.
Es necesario evocar al respecto, que toda palabra tiene una función de
uso y otra de mención. Se usa la palabra y al mismo tiempo se puede hacer
mención de ella y referirla al código.
Uno puede estar usando una palabra y de pronto detenerse y ponerla entre
comillas. Hacer una mención es ponerla en relación con el tesoro de la lengua,
con la dimensión sincrónica del lenguaje.
Una palabra puede ser sacada de la dimensión de uso y pasar al de
mención en una misma frase, pero si esto se da simultáneamente se produciría
una situación parecida a la del recuerdo del presente.
En este sentido, ese antes no fechable que se genera en toda
percepción, puesto a cielo abierto por el fenómeno de déjà vu, es efecto de la
lengua preexistente en el habla. Es lo ya dicho como enunciado potencial de la
lengua, es lo percibido que en tanto pasa por la grilla de la significación
encuentra en la condición misma del lenguaje humano el hecho de que éste remite
al “entonces” de la lengua. Habría, por consiguiente, una potencialidad que
precede todo acto perceptivo.
Agamben definía la experiencia en general como la manera de hacer de ese
entonces de la lengua un estado actual y propio: la experiencia como la
manera particular en que alguien al tomar la palabra se inscribe en ese
entonces que es la lengua.
Cualquier representación está acompañada pues, de un antes sin fecha, es
el efecto nostálgico que se le adhiere. Proviene de la circunstancia de que la
lengua anticipa lógicamente al habla. Como si viviéramos sin saberlo en
un déjà vu eterno, la sensación que nos produce es la de que no hay nada
nuevo bajo el sol. Habitamos una reducida historia. No tan ajena a lo que los
antropólogos, refiriéndose a los pueblos “primitivos”, han denominado sociedades
frías, que mediante ritos transforman los acontecimientos en estructura eterna.
Producimos historia en tanto haya lugar para nuevas experiencias, aquello que
se resiste a que la vida se reduzca siempre a ser un recuerdo del presente.
La experiencia del análisis resiste ese efecto estructural de convertir instantáneamente
lo nuevo y diferente en un ya ha sido, a disolver el decir en lo ya dicho. Si
el presente queda reducido a lo que ya fue, si el futuro remite a un habrá
sido, ya nada vale la pena, como diría Nietzsche. En un futuro establecido
por ese devenir no hay lugar para el asombro.
Cuando la palabra refiere, siempre es remisión al pasado, pero también
la palabra tiene efecto de realización, lo que los lingüistas denominan el
aspecto performativo[6] del
habla. El efecto realizativo o performativo que adquiere la palabra en la
interpretación analítica impide el eterno retorno de lo mismo: inaugura una
posibilidad para lo nuevo como apuesta, como asombro. El acto psicoanalítico da
cabida a lo ignorado en la historia personal, da lugar a una
experiencia que posibilita un movimiento diferente al déjà vu. El
dispositivo del psicoanálisis - dicho esto en términos generales- procura
conformar un espacio donde se pueda jugar algo del orden de la decisión, de la
palabra en su forma de enunciación realizativa.
No obstante, también se puede imaginar un análisis enfermante, que al
pretender aferrarse a una determinación cerrada y reiterativa, un volver
constantemente sobre lo que ya ha sido, no produciría ningún acto, no
posibilitaría ningún corte, ninguna brecha en la reproducción de lo mismo.
El acto analítico eficaz, por el contrario, es el que consigue producir
un corte en esa temporalidad inapelable, posibilitando la oportunidad de que el
sujeto pueda, tal vez por primera vez, apropiarse de su experiencia.
Luis Vicente Miguelez
Capítulo 1° del libro Astillas en el tiempo,
Editorial Letra Viva 2010
Referencias bibliográficas
G. Agamben, Infancia e historia. Ensayo sobre la destrucción de la
experiencia. Editorial Adriana Hidalgo, 2001
H. Bergson, La energía espiritual. Ensayos y conferencias. Editorial
Claudio García & Cia, Montevideo, 1945
S. Freud, La negación. Obras completas, tomo III. Biblioteca Nueva
Editorial Madrid, 1968
S. Freud, Una teoría sexual, Obras completas, tomo I. Biblioteca Nueva
Editorial Madrid, 1967
F. Nietzsche, La genealogía de la moral. Alianza Editorial Madrid, 1980
[1] Otro como tesoro significante y como auxilio
primordial ante la indefensión del ser. Deberá el infans encontrar las
mediaciones adecuadas – aquellos otros – con los cuales hacer la experiencia
real de habitar una lengua.
[2] Feliz expresión de Winnicott para referirse al
vínculo con el objeto transicional, primera posesión del sujeto.
[3] Movimiento fulgurante entre el decir y lo dicho
[4] Decisión que no atribuyo a
la voluntad sino al trabajo elaborativo que propicia el análisis y que es
mayormente inconsciente
[5] Acción que permite
distinguir nostalgia de melancolía.
[6] La lingüística contemporánea considera
enunciados performativos a aquellos que
llevan a cabo actos mediante su sola
enunciación. A diferencia de los enunciados descriptivos no hablan sobre las
cosas sino que, según la feliz expresión de Austin, hacen cosas con las
palabras. Utilizo el término pues considero que la interpretación
psicoanalítica, más que predicar sobre lo sucedido, constituye un verdadero
acto de palabra.
jueves, 15 de noviembre de 2012
miércoles, 7 de noviembre de 2012
jueves, 1 de noviembre de 2012
lunes, 22 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Tiempo y acontecimiento en la experiencia analitica. por Marité Ferrari
Tiempo y acontecimiento en la experiencia analítica…Una
interlocución con las tesis de Walter Benjamin
Al discurso psicoanalitico, la interlocución con otros discursos
se le hace necesaria
Esto le ha permitido situar interrogantes para no quedar “encerrado” en un discurso que
pudiera autoabastecerse , suturando sus fisuras.
Lo cierto es que cada
analista trabaja con las resonancias de estos decires en
la propia práctica... Como si se tendiera una banda de Moebius entre el “interior” de la experiencia analítica, y el “exterior” que supone la producción discursiva de la época-que intenta hacer saber del malestar que inexorablemente nos habita- como hablantes que somos, advertidos de nuestra finitud , y nuestra inconsistencia.
la propia práctica... Como si se tendiera una banda de Moebius entre el “interior” de la experiencia analítica, y el “exterior” que supone la producción discursiva de la época-que intenta hacer saber del malestar que inexorablemente nos habita- como hablantes que somos, advertidos de nuestra finitud , y nuestra inconsistencia.
Es difícil a veces ,que este
proceso de recorrido en la única cara de la Banda- pueda "socializarse",por el modo en que
cada uno escucha esto que se lee...
El debate, es entonces inexorable ,por la diferencia
que se instala en la escucha que cada uno sostiene.
Tratamos de escuchar a la letra esto que se dice en un análisis.,
no sin estar a la vez afectados por otros decires, que resuenan, que producen efectos, allí, en una experiencia que
no puede dejar de quedar afectada por los modos de presentación del malestar en la Cultura. Malestar
que siempre nos hace `pensar que la vida- como goce pleno- estaría en Otra
parte
Una cuestión que me quedó resonando a partir de la lectura del texto sobre las Tesis de Benjamin, muy atinente a nuestra práctica fue la diferencia entre historiografía- un manera de coleccionar hechos según su sucesión cronológica - y otro modo de pensar la historia como entramado de acontecimientos. Efectivamente en este sentido vamos construyendo con los decires del analizante, la “novela” donde se ficcionaliza el fantasma del sujeto, que no es un devenir cronológico, sino una secuencia de acontecimientos que hilvana el deseo.
.Pero, a la vez ¿cómo
pensar el intento de romper los relojes, en ese instante supremo del
acontecimiento revolucionario, que hace estallar el continuo de la historia de
opresión?.. Este intento de suspender la “medida” mecánica del acontecer
temporal, ¿sería sólo modo de
marcar la dimensión valiosa- gozosa-
inmaterial-de lo actual como maravilloso, supremo, eterno, memorable?. ¿O también
podría presentarse como manera renegatoria de impedir el devenir incontrolable
del tiempo como
Kronos, como suceder que nos traga, inexorablemente .Costado real del tiempo, que revela lo insoportable de la levedad, de la inconsistencia del ser…Michel Foucault plantea que la búsqueda central del poder se orienta hacia la inmortalidad..El poder busca ser eterno, para precaverse de la fugacidad, inexorable del ser para la muerte que somos los hablantes. Por eso intenta balear los relojes, para que el tiempo no degrade ese momento sublime.
Kronos, como suceder que nos traga, inexorablemente .Costado real del tiempo, que revela lo insoportable de la levedad, de la inconsistencia del ser…Michel Foucault plantea que la búsqueda central del poder se orienta hacia la inmortalidad..El poder busca ser eterno, para precaverse de la fugacidad, inexorable del ser para la muerte que somos los hablantes. Por eso intenta balear los relojes, para que el tiempo no degrade ese momento sublime.
Esto que resuena en lo que escucho, en el sentido de pensar romper los relojes como apuesta a la inmortalidad, o a la atemporalidad de esto tan valioso que estoy viviendo- es siempre un modo singular de capturar algo.
Cada analista encontrará en esta lectura diferentes cuestiones,
que se le articulan con su práctica. En este sentido digo que es difícil
“socializar”, ponernos de acuerdo con lo que nos resuena de algo que leemos. Esto hace complejo construir
una teoría que pueda articular la singularidad de la experiencia analítica con
discursos que intentan pensar formas de lo colectivo, como la Antropología o la Sociología , o la Teoría Política ,
el marxismo., porque ¿es posible una ex – sistencia colectiva?. Si el acontecimiento
que sitúan los politólogos podría ser escuchado como acto en el marco de
nuestra experiencia, es una pregunta a abrir…Lo cierto es que parecieramos los
analistas dispuestos a dejarnos tocar
por la dimensión real del tiempo, esto de la conjetura del habrá sido, y de lo
imposible de quedar fuera de la cuenta que el paso del tiempo nos pasa, esa
factura que el obsesivo se niega a pagar con su procastinación….La cuestión del
acto en psicoanálisis remite siempre a la implicación subjetiva respecto de las
consecuencias del decir, y el cambio en las posiciones de goce…Algo me hace
responsable de lo que digo, en la medida en que en este decir me va algo del
goce que necesito para poder estar vivo…En este acto inexisto a ese Otro al
cual consagro mi sìntoma, y entonces, me hago responsable por mi goce….
Adentrándome en el texto que comenta las tesis de Benjamin, creo
que Chiapas no representa un resurgir puro del zapatismo, porque aquella
experiencia ha quedado
perdida en el decir que se sostiene de ella, y actúa entonces sólo como referente imposible de ser representable. En Chiapas hay una ruptura con este proseguir del Pri que ha denigrado el acontecimiento mismo de la revolución. Es otra cosa. que el zapatismo..Es producir otro acontecimiento en otro tiempo…Porque el acontecimiento de la revolución no pudo eternizarse, se degradó en otra cosa. Kronos se devoró la pasión revolucionaria y la transformó en corrupción burocrática,¿un partido que institucionaliza la revolucion? Chiapas es querer pasar a otra cosa…
perdida en el decir que se sostiene de ella, y actúa entonces sólo como referente imposible de ser representable. En Chiapas hay una ruptura con este proseguir del Pri que ha denigrado el acontecimiento mismo de la revolución. Es otra cosa. que el zapatismo..Es producir otro acontecimiento en otro tiempo…Porque el acontecimiento de la revolución no pudo eternizarse, se degradó en otra cosa. Kronos se devoró la pasión revolucionaria y la transformó en corrupción burocrática,¿un partido que institucionaliza la revolucion? Chiapas es querer pasar a otra cosa…
. Creo que se trata siempre de esto en relación al goce que abruma
al sujeto: poder pasar a otra cosa como plantea Allouch-..La identificación,
este es lo “mismo”, es pretensión inútil..Ya es “otra” vuelta, donde lo “mismo”
es a la vez , diferente..Ya lacan lo trabaja en tyche y Automaton. Cada rizo de
la repetición capturará ago diferente…
.Creo que necesitamos a veces salirnos de la dialéctica entre pérdida y recuperación, no
se trata de fijarnos melancólicamente a lo perdido, ni obsesionarnos con una
imposible recuperación, sino marcar una diferencia .
.Porque la historicidad- para los seres hablantes- es un ser
siendo que no se agota en la rememoración de los acontecimientos - que
advinieron tales dentro de cierto tramado, dentro del cual trenzamos nuestra
historia .Porque somos hablantes armamos esta "novela" y dentro de
ella nos deslizamos...
En la experiencia analítica el analizante deconstruye sus novelas,sus creencias, sus mitos, y avanza cada vez más -si es que la cosa marcha- a poder soportar cada vez más el campo de lo indeterminado,de lo imposible, de lo indecible, verdades que lo real porta,y que la neurosis trata de olvidar.
En la experiencia analítica el analizante deconstruye sus novelas,sus creencias, sus mitos, y avanza cada vez más -si es que la cosa marcha- a poder soportar cada vez más el campo de lo indeterminado,de lo imposible, de lo indecible, verdades que lo real porta,y que la neurosis trata de olvidar.
En la tesis XV Benjamin
propone que las clases revolucionarias tienen conciencia de hacer estallar el
continuo de la Historia Por eso se dispara contra
las relojes, porque este estallido , esta ruptura pretende la eternidad…¿Qué
cambia del trato con lo real este acontecimiento..Es sostenible en el tiempo
este instante en tanto tal,¿Es pensable cierta semejanza respecto de lo que acontece en el curso de un análisis, si se
tratara de “liberar” al sujeto de las
ataduras de la repetición-que sería la expresión de la continuidad, siempre lo
mismo…? ¿Es sostenible el tiempo del acto en el curso de un análisis, que además
siempre se salda en el a posteriori, porque no es del orden de la conciencia,
sino efecto de lo inconciente? No es
ahora, sino en el habrá sido….
¿cambia su sistema de ideas, o cambia la relación que tiene con sus ideas,? ¿Qué anudamiento podemos situar entre las ideologías y el Ideal del Yo, o aún, con el Superyo, en su imposición mortìfera, del “Goza”?
¿cambia su sistema de ideas, o cambia la relación que tiene con sus ideas,? ¿Qué anudamiento podemos situar entre las ideologías y el Ideal del Yo, o aún, con el Superyo, en su imposición mortìfera, del “Goza”?
La mónada del objeto histórico supone para el materialismo
histórico el signo de una suspensión mesiánica del devenir,según la propuesta
que hace Benjamin .Podríamos así situar el acontecimiento político, que por
eso, en tanto suspensión mesiánica, promete cierto Paraíso-en tanto llegada del
Mesías .
No habría en este abordaje la promesa religiosa de las infinitas
vidas infinitamente felices de la apuesta de Pascal?...
No en vano Lacan escribe en “la Tercera ” la dificultad que tendrá el discurso del
psicoanálisis para sostenerse como tal que le parece perdedor respecto de la
religión “verdadera”
¿El despertar que alentamos en nuestra experiencia equivale a
tener una "iluminación”, el encuentro con alguna mónada que contuviera la
llave de nuestra felicidad absoluta? Para mí lo que el despertar revela es más
la opacidad que el brillo. Porque en lo
escópico, el instante de ver siempre pone en acto un velamiento .Por eso le sigue el tiempo de comprender, de desocultamiento, en el sentido del despertar, de encontrar lo que no hay, para poder concluir. Para perder el goce que hace falta perder, para poner en causa la deseo…
escópico, el instante de ver siempre pone en acto un velamiento .Por eso le sigue el tiempo de comprender, de desocultamiento, en el sentido del despertar, de encontrar lo que no hay, para poder concluir. Para perder el goce que hace falta perder, para poner en causa la deseo…
Marité Ferrari
viernes, 5 de octubre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Políticas de la memoría. de Diego Timpanaro
Políticas de la
memoria
Este es un libro de buena fe,
lector. …
Lo consagro a la comodidad
particular de mis parientes y amigos para que,
cuando yo muera, puedan encontrar en él
algunos rasgos de mi condición y humor,
y por este medio conserven más completo y más
vivo el conocimiento que de mí tuvieron.
12-06-1580.
Michel de Montaigne.
Las siguientes reflexiones, estos pensamientos en voz alta, que ensayo
-con el perdón de Montaigne-, parten de nuestro quehacer cotidiano. Partimos desde
nuestra praxis, de la clínica psicoanalítica, de nuestro savoir-faire, es decir que intentamos compartir algunas ideas desde
nuestro oficio; y también desde el lugar que ocupamos, hoy por hoy, en tanto “dirigentes”,
a partir de la delegación a los cargos de conducción, que vienen haciendo nuestros
colegas psicólogos, desde hace unos años atrás.
Lo que tengo para compartir y debatir junto a Uds. - ciertas cosas
nunca son sin otros -, es este pequeño ensayo titulado: políticas de la memoria, y habría que subrayar el sentido que el
señor de la torre, Michel de Montaigne, le daba a sus fantaisies, tal como en el origen denominó a sus ensayos, con el
francés del Renacimiento: poner a prueba el entendimiento, reflexionando
libremente sobre un tema.[1]
I
Desde la práctica del psicoanálisis podemos comenzar con cierta, aunque
provisoria, definición; podemos llamar memoria al retorno en el presente -un
retorno involuntario, indeseado, malavenido-, de aquello que rechazamos / negamos
de nuestro pasado. Los estudiosos de Jacques Lacan advertirán la raigambre de
esta proposición: en el Seminario sobre las estructuras freudianas en las
psicosis, Lacan afirmaba, en este mismo sentido, sobre cierta mecánica de
funcionamiento del psiquismo, en relación a la verwerfung: lo rechazado en
lo simbólico, reaparece en lo real.[2]
Introduzcamos la dimensión del tiempo, más allá de los registros: retorna en el
presente, aquello que rechazamos del pasado, y le podemos llamar, memoria.
- Algo del pasado, de lo que no queremos saber nada, llega a nuestro
presente, haciéndonos saber algo, más allá de nuestro querer. Adjetivamos ese
retorno como involuntario, indeseado, malavenido. Sin embargo, el verbo que tal
vez mejor conjugaría, sería: importunar. Señalamos eso que viene a incomodar, a
molestar, a interrumpir la buena marcha de las cosas del mundo, eso que llega
fuera de tiempo y de lugar. Hablamos de la memoria como importuna, es decir, nos
aproximamos a la memoria por el sesgo de su valor disruptivo, léase sintomático.
- El inconsciente
aparece como la memoria de aquello que se olvida y que se manifiesta en las distintas
modulaciones en que se hace presente aquello rechazado, excluido. En el hacerse
presente, en la presentificación de lo olvidado,[3]
en la emergencia de lo que habría sido excluido, en la manifestación pública de
lo que habría sido rechazado, está lo inconsciente; en esta oportunidad, bajo
el modo de la memoria.
Esa irrupción, esa
presencia, de eso no deseado, la aparición en el presente de lo que no es
llamado, nos habla con verdad de cierta ajenidad, de una alteridad que está allí
en juego, de eso otro, que no es del todo nuestro, que no es del orden de lo
consciente, ni de la voluntad, menos aún del yo; inadvertidamente hay allí una
traza indeleble, las marcas del trabajo realizado de lo inconsciente.
- Si hay un trabajo
para hacer en relación a la memoria – en el marco de un análisis - no reside en
rescatar los hechos de un pasado perdido, fugado en el tiempo, borroso para
siempre, sino en apropiarse de esos hechos y dar paso a su reintegración en una
historia. Apropiarse, hacerlo propio, subjetivarlo, quedar en condiciones de poder
decir: tal vez, esto me concierne; sí, esto es mío. Entonces, de este modo, podremos
afirmar que lo determinante no es el pasado, sino la relación que se mantiene
con él.
El progreso de Freud, su descubrimiento, está en su
manera de estudiar un caso en su singularidad. ¿Qué quiere decir estudiarlo en
su singularidad? Quiere decir que esencialmente, para él, el interés, la
esencia, el fundamento, la dimensión propia del análisis, es la reintegración
por parte del sujeto de su historia hasta sus últimos límites sensibles, es
decir hasta una dimensión que supera ampliamente los límites individuales.[4]
Lacan dice que lee
en Sigmund Freud, que esta reintegración
por parte del sujeto de su historia va hasta un más allá de sus últimos límites sensibles, es decir
hasta una dimensión que supera ampliamente los límites individuales,
situando un espacio de pasaje, un pase hacia lo colectivo. Siguiendo esta línea
podríamos conjeturar que lo mismo sería válido también, para la historia de un
grupo humano instituido, ligados en la paridad compartida, como por ejemplo, un
Colegio de psicólogos, o un grupo de psicoanalistas: lo determinante no es el pasado,
sino la relación que mantenemos con él. Relación que no existe, en términos de
proporcionalidad, de linealidad, de univocidad, subrayo el carácter imposible
como tal, pero que sin embargo, no nos eximiría de la realización de cierto
tránsito posible, por el camino de esa misma imposibilidad.
II
Habría ciertas
políticas de la memoria. Lo menciono en condicional, para proponerlo a la
consideración de Uds., para hacer uso también del tiempo presente de su
afirmación, de su interrogación, y hasta de su negativa. (Hay políticas de la
memoria, ¿Hay políticas de la memoria?,
No hay políticas de la memoria).
Decíamos que no se
trata de rescatar el pasado, en tanto ejercicio rememorativo, sino de facilitar
el advenimiento de su verdad en el presente. Facilitar entonces, la práctica de
hecho, de una inquietud, de determinada incomodidad, de una cierta dificultad.
Será precisamente allí, atravesando lo dificultoso, donde encontramos que se
trata también de la proximidad de la responsabilidad, es decir, del poder de
responder.
- Observamos aquí, que
hay una responsabilidad de tipo inexorable, que es de cada uno, que no puede
trasladarse, que no puede dejarse llevar a la cómoda tranquilidad de conciencia
que nos brinda el nosotros del colectivo. Hay un punto en el cual, el nosotros de
un agrupamiento, de una institución colegiada, de un grupo de pares, por
ejemplo, no discrimina la singularidad y sus vicisitudes históricas,
disolviendo y homogeneizando en el anonimato tranquilizador de las conciencias,
la responsabilidad subjetiva que siempre es de cada quien.
- Hay una marca
indeleble de nuestra historia reciente, que todavía hoy - aquí y ahora -, opera
con todos sus efectos; podemos denominarla la noche más oscura. Me refiero a cuando
el terrorismo de Estado hizo desaparecer los cuerpos, cuerpos torturados, antes,
durante y después de asesinar a personas secuestradas, creando con una
singularidad cierta e impar, la figura del desaparecido.
Figura del
desaparecido, que no es sólo un tropo de la retórica, sino que también es
palabra, que en su instancia de nominación, se hace nombre. Uno de los nombres que
nombra, lo innombrable del horror, que en su absoluta crueldad, se transforma
en una marca tal, que ni aún la muerte alcanza para morir.
- Significantes rechazados
en lo simbólico: psicólogos, subversivos,
psicobolches, reaparecen en lo real: 30.000
desaparecidos, psicólogos desaparecidos, estudiantes de psicología
desaparecidos. Decíamos previamente, que en el Seminario sobre las
estructuras freudianas en las psicosis, tal como Lacan tituló el que hoy conocemos
como El Seminario 3, afirmaba en relación a la verwerfung: lo rechazado en lo simbólico, reaparece en lo real.[5] Me llamó la atención al preparar estas
líneas -casi en el estatuto del hallazgo-, las palabras que usa Lacan
originalmente: reparait dans le réel. Reparait:
re-aparecer, es decir, como leemos en el Larousse, mostrarse a la vista,
después de una desaparición.[6]
- Qué podemos ver
de esos desaparecidos, que definitivamente ya no se muestran a nuestra vista,
pero que no obstante de modo indudable están allí, como un nombre propio del
malestar en la cultura, como un rasgo visible de nuestra tan mentada argentinidad.
Dice el Informe Nunca más, sobre desaparecido:
Palabra –¡triste privilegio argentino¡–
que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo. [7]
III
Sin la memoria de nuestros desaparecidos, sin la reintegración de eso
rechazado, excluido, de nuestra historia, será difícil construir una identidad
que se aproxime en algo a una verdad, que como tal, siempre se dice a medias.
El historiador Yosef Yerushalmi se pregunta si es posible, que el antónimo del olvido no sea la memoria, sino más bien, la
justicia.[8]
Tal vez pueda ser un acto pequeño, pero que toca algo de la justicia, cierto
gesto accesible a nuestro desempeño como “dirigentes”, en nuestras
instituciones que agrupan a los psicólogos: poner el nombre y el apellido, en
las paredes de nuestros edificios, en las hojas en blanco de nuestras
comunicaciones, allí en donde puedan ser inscriptos; los nombres y las
vicisitudes de la singularidad de sus historias, de cada uno de esos colegas
desaparecidos.
Dirá el psicoanalista Jorge Jinkis: La historia tiene una deuda con el pasado, con los muertos. Y la
política tiene un deber con los vivos. Esa trenza podría entrecruzar sus
términos. Los muertos deben poder contar con los vivos para que haya historia y
si los vivos no cuentan con los muertos comprometen su futuro.[9]
- Los horizontes serán posibles para nosotros y para las futuras generaciones
de colegas, en el sentido de poder construir, poder vivir, poder trabajar, aquel
tiempo futuro por venir, en la medida en que podamos reintegrar ese saber no sabido
sobre los acontecimientos oscuros de nuestra historia; en razón de nuestra subjetividad,
es decir, de la implicación como sujeto en la singularidad de lo que acontece.[10]
Si es cuestión de la identidad de una profesión, la misma implicará
integrar las fracturas, los quiebres, las discontinuidades, que forman parte e
instituyen los límites de nuestro oficio,
sin por ello renegar de la verdad. Podemos revivir, también podemos recordar,
podemos repetir, podemos reelaborar, tal como decía Freud.[11]
En cualquiera de los casos, el corazón político de una praxis que se
orienta por lo real, se evidenciará cuando podamos vislumbrar que una de las
vías para una política de la memoria, apunta sin ambigüedades a la escritura de
la historia en el sentido de facilitar el advenimiento de su verdad. Contradecir esta proposición asegura cabalmente
el retorno de lo rechazado, la vuelta de lo horroroso, la fatalidad de un
síntoma que estará por llegar, en cualquier momento.
Diré finalmente, de qué se
trata, se trata menos de recordar que de reescribir la historia.[12]
Buenos Aires, septiembre de
2012.
* Psicoanalista. Lic. en Psicología (UNLP). Especialista en Clínica con
Adultos.
Presidente
del Colegio de Psicólogos de la
Provincia de Buenos Aires. Distrito XII Quilmes.
Supervisor y
Docente de la Escuela
de Especialización y Posgrado, Área Clínica Psicoanalítica con Adultos.
Organizador de las Jornadas Quilmes y sus psicoanalistas.
[2] LACAN, JACQUES- El Seminario 3 Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires,
1992, p.24. Clase del 16-11-1955.
[3] Pedimos permiso al lector para que nos permita hacer un nuevo uso de
éste término, que el corrector del Word se encarga de subrayar en rojo: nos
proponemos hablar de una acción en el presente, pero que no es del mismo
tiempo.
[4] LACAN, JACQUES- El seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, Paidós,
Buenos Aires, 1991, p 26. Clase del 13-01-1954.
[5] LACAN, JACQUES- El Seminario 3 Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires,
1992, p.24. Clase del 16-11-1955. En el original: …c´est que tout se qui est refuse dans l´ordre symbolique reparait dans
le réel. Disponible en www.ecole-lacanienne.net.
[6] Antes de esa afirmación,
algunas hojas atrás en ese mismo Seminario 3, Lacan no deja lugar a la ambigüedad,
habla de lo inconsciente, se pregunta sobre la cuestión de saber por qué este
inconsciente apparait dans le réel.
Apparait: aparecer, devenir visible, distinguible, mostrarse de repente a
los ojos.
[7] Aunque la “desaparición” ocurre
todo el tiempo en todas partes, el término comenzó a usarse entre nosotros a
partir de los secuestros y asesinatos en Guatemala en la década del ’60, y años
más tarde, pero para referirse a ello como práctica sistemática del Estado
terrorista, especialmente en Argentina y Chile, pero también en Uruguay, Brasil
y Paraguay. A pesar de esta difusión, la palabra “desaparecidos” quedó
pegada a la Argentina , “pegada” como
cuando reconocemos el valor de sutura que tiene un nombre. Cf. JINKIS,
JORGE- Sterben Sie?, en Violencias de
la memoria, Edhasa, Buenos Aires, 2011, p. 164.
[8] YERUSHALMI, YOSEF- Reflexiones sobre el olvido, en Usos del olvido,
Nueva Visión, Buenos Aires, 1998, p.26.
[9] JINKIS, JORGE- Inclemencias, en Violencias de la memoria, Edhasa,
Buenos Aires, 2011, p. 43.
[10] A propósito de nuestra intervención en la Apertura de la Jornada Identidad
y Horizontes posibles, realizada el 4 de agosto de 2012, y organizada por el
Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires. Distrito XV San
Isidro.
[11] FREUD, SIGMUND- Recordar, repetir y reelaborar, en OC, t. XII,
Amorrortu, Buenos Aires, 1980. Será en este texto de 1914, que aparecen por
primera vez en la obra freudiana, los conceptos de compulsión a la repetición y
re-elaboración.
[12] LACAN, JACQUES- El seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, Paidós,
Buenos Aires, 1991, p 29. Clase del 13-01-1954.
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