martes, 11 de octubre de 2016

Pagos con lo real del cuerpo en el lazo social                            

Estela Maidac                                                                                         

A modo de introducción
El cuerpo que tenemos pertenece a los tres registros: imaginario, ese que se arma frente al espejo pero sostenidos por un Otro, tiempo de alienación a los significantes del Otro y júbilo por ver que esa imagen que nos promete unidad y potencia; el simbólico, baño de lenguaje que nos precede y en el que somos inmersos. Lacan la llamará lalangue. Fort- da, alienación-separación y marcas significantes que constituyen al sujeto barrado. Más adelante ese sujeto se hará escuchar en los fallidos, chistes, sueños, quiebres en las frases cuando el niño tome  la palabra. Palabra que como analistas, escuchamos su decir, verdades dichas a  medias que nos permiten hacer las operaciones analíticas: una interpretación, un corte, emitir un sonido o un gesto, etc. El tercer registro,  el real,  objeto perdido de la primera experiencia de satisfacción y que para Freud nos lleva a la interminable búsqueda. Repetición más allá del principio del placer. Para Lacan va a ser su único invento, el objeto a, objeto que rompe con la teoría del conocimiento entre un sujeto y un objeto  ya que este objeto es inespecularizable, irreconocible.  agujero de goce ligado a los objetos pulsionales,  agregando dos  a los de Freud,  la mirada y la voz. Objetos que en losange con el sujeto barrado  arman los fantasmas.
Porque apostamos al inconciente como materialidad significante, nuestra práctica y política es la del síntoma como vía regia para extraerle medias verdades al saber.  El significante nos pone letras en el cuerpo como escrituras que vienen del deseo del Otro.  
Por otra parte tanto analistas como analizantes estamos inscriptos como ciudadanos en un sistema social cuya política impone las reglas del juego. Cuando es un sistema neoliberal, como el actual, aumenta considerablemente el padecimiento :  hambre, desprotección, pérdida de trabajos para bajar salarios transformarlos en precarios, violencias de todo tipo. Por ejemplo el operar a la manera de la dictadura de varios gendarmes contra dos chicos de la villa 21 Ivan y Ezequiel relacionados a La Garganta Poderosa.
Respecto al sufrimiento de nuestros pacientes estamos preparados y dispuestos a acompañarlos a que alivien sus sufrimientos neuróticos o  psicóticos que los atormentan para poder afrontar mejor, los de la vida. Pero ante el sufrimiento social también estamos  expuestos,  si no somos indiferentes, y puede responder nuestro cuerpo.
Lacan decía que en sus seminarios estaba en posición de analizante porque era quien hablaba, nosotros, analistas también podemos estar en posición de analizante en nuestro propio análisis o dando un seminario pero en la calle estamos en posición de ciudadanos. También como analistas podemos llevar adelante tratamientos en hospitales, por ejemplo o  hacer lecturas o intervenciones en lo social, en escuelas, por ejemplo. También podemos elegir ser militantes de una política determinada.  Pienso que son diferentes posiciones.
Me pregunto si cuando presentamos un caso o hacemos una lectura de una película o un libro estamos en posición de analizantes.


Voy a presentar algunas puntuaciones sobre el film “La chica danesa” del director Tom Hooper. Se  trata del primer caso de operación de un transexual. Empieza en Copenhague,  1926
Lo que más me conmovió de esta película fue su estética. Bellísima pero también me dio la oportunidad de contactarme con el sufrimiento subjetivo por el que pasa alguien que se siente en un cuerpo equivocado.  Eddie Redmayne nos lo hace vivir con él. Recalco el sufrimiento porque a veces corremos el riesgo de desestimarlo por la angustia que puede producirnos.
Nunca  he tenido oportunidad de tratar a un transexual pues el año que estuve en el equipo del Dr Morgan en el Borda haciendo psicodiagnósticos, nunca me tocó hacerle a un transexual y cuando pude entrar a un hospital fue en el equipo de niños del Lanús.
Los discursos que plantea Lacan en el seminario 17 los pienso usables para la lectura de situaciones discursivas además de  en la experiencia analítica.
Al comienzo de la película, él, Einar Weneger, que luego será Lili, está en posición de amo y su partenaire, Gerda, una histérica. Sabemos del destino del amo cuando es interpelado en su deseo por la histérica. Acá más que la castración del amo que está en el lugar de su verdad lo que va a aparecer es un transexual.
Hay una primera escena en la que vemos una mirada dolorosa de ella. Podría ser la envidia fálica ante él que posee los brillos de ser uno de los mejores pintores de Dinamarca como dice su marchand en la muestra del Rasmuseum con la que abre el film.
 La sacan de esa mirada, dos comentarios que le dirige una mujer sobre si le gustaría pintar así o si se siente orgullosa de su marido y el encuentro con la mirada de él. Se recompone. De la muestra  salieron riendo y festejando juntos los éxitos obtenidos por él.
Como ella también es pintora pero con sus retratos no logra interesar al mercado nos podríamos quedar con la envidia fálica sin embargo pienso que nos guía mejor la ruta del deseo.
El dolor en su mirada lo interpreto como su desgarramiento histérico de saberse objeto para el deseo del Otro.
A  la mañana siguiente a la inauguración ella se levantó antes y él le pide que regrese a la cama. Ella le responde: “Quiero que me lo pidas amablemente para no sentirme manipulada”.
No falta contacto corporal entre ellos y en las escenas que suponemos que hay  coito, ella se lo monta. En una fiesta  cuenta en un grupo que fue ella quien se lo levantó. Que él era muy tímido.
 Además de histérica y su insistencia en el deseo, era una artista con todo lo subversivo que esto podía implicar. Se queda a solas de ex profeso con un hombre a quien le está haciendo  un retrato. Ante su incomodidad le dice que se entregue a ser mirado por una mujer que a los hombres les cuesta, pero que si se entregan, les gusta.
 Las cartas están echadas casi desde el comienzo del film. El va a una sala de ensayos y clases de baile clásico y pasa la mano por las ropas femeninas de una manera  sugestiva. Cuando Ulla, amiga y modelo de Gerda,  lo descubre en el lugar, le comenta a la mujer que la viste que no se preocupe que él, sólo tiene ojos para su mujer. Él no entra en el juego en que Ulla es la otra mujer para Gerda. No es el marido de la Bella Carnicera de Freud interpretado por Lacan.  Gerda es única para él casi como las madres de los transexuales que describe Stoller.
Él vive pintando obsesivamente. Lo voy a interpretar como su anudamiento . Cuando ella le dice que a veces piensa que va a atravesar el lienzo y va a caer en el pantano que está pintando, él le responde que el pantano está en él. Sale de su boca un saber “ sospechado”  que irrumpe. El no le perdió la pista a Hans, su amor de la adolescencia. Sabe que es un gran comerciante de cuadros en París. En aquella época lo alentaba a ser pintor.
Ella, insiste. Le pide que pose para ella en lugar de Ulla que no puede ir. Que se ponga medias de mujer y  zapatos de bailarina. No le alcanza, lo hace sostener  el vestido sobre su cuerpo.
 Ulla entra, ve  la escena y lo bautiza Lili. Entre bromas ve que lo que él desea es ser una mujer.
Gerda sigue lo que para ella es un juego. Como a Einar no le gustan las fiestas  le propone que para divertirse vaya diferente. Lo pinta y lo viste de mujer. En la fiesta lo pierde y lo encuentra  besándose con un hombre. Empieza el derrumbe de ella que quiere  recuperar a Einar y el padecimiento de él que solo quiere ser Lili.
Se siente en un cuerpo equivocado y esto le produce sufrimientos desesperantes.
Gerda empieza a hacerle retratos a Lili. Los pinta con la pasión que Einar ponía en los paisajes. En esos retratos  trata de poner en imágenes  el enigma de la feminidad.
Se los lleva al Marchand y es invitada a Paris a exponerlos. Les viene bien partir de Copenhague porque en una visita médica Einar casi es encerrado en un psiquiátrico.
En París, Gerda intenta reencontrarlo por el lado de la pintura y recurre a Hans. Como él representa pintores  cree que lo va a ayudar a pintar.
Lili le insiste a Gerda que no quiere ser pintora, que quiere ser mujer. Se presenta ante Hans  como Lili, prima de Einar y le cuenta que su primo le contaba que se sentaban a soñar en las rocas. Rocas y paisajes que reproducía Einar en su pintura. Le recuerda el beso que le dio Hans a Einar interrumpido por la trompada que Hans recibió del padre de Einar,  probable motivo de que hayan dejado de verse. Ambos abandonan la pequeña ciudad.
La muestra de Guerda es un éxito.  Einar no la acompaña. Hans se  lo señala  y la invita a cenar. Ella insiste en ser la esposa de Einar y escapa de la muestra en plena tormenta. Llega derrumbada. La espera Lili con la cena y ante sus reclamos  le dice que Einar murió pero como Lili la ama a ella y le aclara que con su amigo solo se besan.   
 Acá está presente la desgarradura entre el amor y el deseo que Lacan va a sostener hasta el seminario 20 adonde los va a unir enfrentándolos  al goce en las neurosis.
Gerda, desesperada busca intervenciones medicas. La primera le dan como un electroshok en las partes supongo que con hormonas masculinas para matar a Lili. Como sigue nombrándola el médico lo  diagnostica como un perverso sin cura posible.
El segundo después de escucharlo escribe el diagnostico de esquizofrenia y va a buscar al equipo para internarlo. Él logra huir.
El tercero me recordó a Winicott porque cuando Einar la plantea que se siente mujer y  le dice que va a pensar que está loco o que los dos lo están. Gerda lo acompaña todo el tiempo salvo a la última operación que es hacerle la vagina y Lili elije ir sola. Ahí se separan.
 Lili se siente feliz de que por fin le van a sacar eso que siente de más en su cuerpo y su cuerpo va a coincidir con Lili, según imagina.
Este  médico les plantea que de él dicen que está loco por ofrecer la operación para satisfacer esa desesperada demanda del transexual. Les aclara que es muy peligrosa por la posibilidad de infección y que solo hubo un caso anterior que se escapó antes de la segunda operación.
Cuando estaba mirando la película se me acercó la chica que trabaja en mi casa y le comenté que era sobre un transexual que se quiso operar.  Con toda naturalidad me dijo: “Yo tengo una amiga que cuando la conocí era mujer. Ya se sacó las tetas y tiene pelo en el pecho. Me mata si la trato de mujer. Ahora está esperando que le hagan las dos operaciones vaciarla y hacerle un pito. Están en internet todos los pasos de las operaciones en hombres y mujeres. Ella dice que si se muere en la operación va a morir feliz porque así no quiere vivir.”   
Respuesta médica:
Discurso de amo: tienen los significantes S1 que les dan el saber, S2 para producir objetos aes que en los dos primeros casos son los pacientes. Si no puedo tranformarlo con mi sistema de hormonas es un perverso incurable. El segundo: si es ezquizofrénico, hay que internarlo. El poder médico en su máxima expresión.  Este punto se relaciona con lo que planteé al comienzo. Para el neoliberalismo la ley de salud mental tanto de CABA como de Nación son subversivas. Hay que ponerlas en manos del poder médico: neurociencias o terapias conductuales, por ejemplo. ¿Porqué no de la mano de la iglesia?  Monseñor Aguer está pidiendo derogar la Ley de identidad de género.
El tercero de los médicos,  escucha e intenta responder a la demanda del paciente. Ofrece operarlo y este fue el primer caso.
Cuando ya no pueda volver a ser Einar va a decir: “Dios me hizo mujer y un médico consiguió estar curándome de la enfermedad que era mi disfraz”.
El transexual desea: La Mujer.  Pienso que es una demanda que pide solución por el lado del objeto y no por el lado del amor vehiculizando algún deseo.
 Sexus viene de secare: cortar
 Caterine Millot en su libro Exsexo, ensayo sobre el transexualismo  dice: “Stoller pensó haber aislado su forma pura, que relaciona con uno de los momentos de la formación del “core gender identity”, del nucleo de la identidad del género en contraposición al sexo biológico. También marcó la diferencia con el travestido y el homosexual. Estos valorizan su pene en tanto que el transexual lo detesta y demanda que se lo saquen. Stoller ya  previene que la operación puede traer la descompensación psicótica del paciente.”
Hay una escena en la película que muestra  la particular relación que tienen los transexuales con el órgano. En Paris va a esos lugares que se ve a las prostitutas y se les pide que hagan cosas. Ella hace escenas sexis pero se da cuenta que la esta imitando. Entra en el juego y le sigue mostrando cómo se mueve una mujer. Cuando  imitándola llega a la zona del sexo se ve que se deprime al encontrar eso que para Lili esta de mas. En una escena anterior lo había escondido entre las piernas para verse en el espejo cuerpo de mujer.
Stoller dice: “No los hace la ciencia sino las madres”. No es el primero en nombrarlos de esa forma pero si en armar la estructura imaginaria de la relación con la madre. Esa madre  nunca se ha separado del hijo. O no le ha permitido el movimiento de separación. Tiene un contacto corporal con el niño casi permanente. Goza constantemente de su hijo y el padre casi no cuenta para ella y tampoco perturba esta relación. Con Lacan podemos hablar de la falta de la metáfora paterna que manda bajo la barra el deseo materno. Esto explica la falta de falicización del pene. Falta el falo como terceridad que va a dar toda significación y el nombre del padre como cuarto término que forme el cuaternario. El niño quedó en la relación dual con la madre.  Dicho así parecería que no hay dudas en diagnosticar una psicosis. Pero un diagnóstico solo puede hacerse en transferencia.
Recuerdan el caso Lulú. ¿Que fuera una nena no parecía una demanda de la madre del estilo de la que se escucha en el transexual?
Respecto a los diagnósticos con la teoría de los nudos podemos tener otra manera de pensarlos además de hacerlos en transferencia.
 C.  Millot dice algo así al respecto: “A partir de esta nueva formalización del  nudo borromeo se podría situar el recorrido transexual de la siguiente manera: a falta del anudamiento de RSI por medio del NP, RSI la identificación del sujeto a La Mujer haría un anudamiento particular, sólo mantiene unidos a lo I y lo S. Lo R, en cambio, no queda anudado, y la demanda transexual consiste en reclamar que en ese punto se produzca la corrección que habría de ajustar lo R del sexo al nudo I y S.
“El síntoma transexual tendría así la función estructural análoga a la que Lacan atribuye a la escritura para Joyce. Por ese suplemento se evita la psicosis.”
Nuestra posición de analistas nos hace  ocuparnos de la sexualidad que  no tiene que ver con la biología ni con responder a la demanda y considerar que  la sexualidad de esta época ha tenido cambios sustanciales. Por ejemplo, cuando empecé mi práctica, hace bastantes años, a los homosexuales se los consideraba perversos. En la clínica encontramos que la homosexualidad puede estar en una neurosis y en la psicosis toma la forma de empuje a la mujer. Socialmente una pareja homosexual puede contraer matrimonio y adoptar hijos como cualquier pareja.
Hasta ahora las patologías graves que tratamos provienen de parejas heteroxesuales.

Millot, Catherine, Exsexo, ensayo sobre el transexualismo, Catálogos-Paradiso. Bs.As. 1984


martes, 6 de septiembre de 2016

EFECTOS DE TRANSFERENCIA: DOS ESCRITOS por Lic. Rita Sánchez

EFECTOS DE TRANSFERENCIA: DOS ESCRITOS



Ante todo, quiero aclarar que nuestro intercambio en las reuniones que venimos realizando este año, en las que abordamos temas sobre la posición del analista en la conducción de la cura, ya sea en el consultorio o en el hospital, en la lectura de un acontecimiento socio-político ocurrido hace poco tiempo en París, me causaron a escribir y compartir con uds. algunas cuestiones sobre mi propia práctica en el hospital.
Así fue que, buscando, encontré en mi biblioteca 2 libros escritos y publicados por 2 pacientes que atendí en los últimos años de la década del 90 en el Hospital Israelita, trabajando en  el Equipo de Urgencias y de Interconsulta.
Quienes acudían a ese lugar, el de las “urgencias”, eran  pacientes que llegaban con un llamado acuciante, o bien eran derivados de otros servicios, cuando no respondían a los tratamientos médicos, entonces se suponía que esa suerte de desobediencia se debía a trastornos psíquicos.
 Los 2 libros a los que hago referencia, tienen en común, que ambos fueron escritos por victimas del holocausto nazi: Ana, una señora judía, nacida en Rumania, tenía 65 años en el momento de la consulta, era sobreviviente del “campo de concentración Transnitria” y del “campo de muerte Pichora” . Acude al Servicio, derivada por el endocrinólogo que la atendía por su trastorno tiroideo.
 El otro paciente: Miguel nació en París en 1941 y 18 meses más tarde, sus padres judíos jóvenes, “entregaron” en adopción, tanto a él como a su hermano mellizo, a una familia francesa y se escaparon. “Ellos ya presentían lo que se avecinaba”-dice Miguel.
Concurre al Hospital, trayendo una orden de AMIA, en la que se solicitaba que fuese atendido. Esa orden tenía validez sólo por ese día..
En la primera entrevista relata sus insistentes demandas ante AMIA y/o DAIA pues consideraba que ellas debían cumplir con su promesa: la de proteger a todos los judíos. Él consideraba que todos los judíos son sobrevivientes de los campos de concentración y también los hijos de ellos. No aceptaba ninguna caridad, sólo reconocimiento a través de dinero o de otorgarle un lugar privilegiado. Como no le fue concedido, se renovaron en él sus ideas de acabar con su vida, lo que pareció no alarmar demasiado a su interlocutor, a quien se le ocurrió decirle:”y si se quiere suicidar, suicídese”.
Sobre el final de ese primer encuentro, le ofrecí un horario para que volviera al día siguiente, yo lo iba a estar esperando. Pedí al psiquiatra del servicio que hablara con él, no porque considerara que era necesario medicarlo, pero si quería compartir la responsabilidad de hacerme cargo del tratamiento de un paciente con esas características.  Paralelamente puse en marcha una serie de movimientos tendientes a realizar una suerte de “salvataje”. Averigüé en algunas instituciones de la colectividad judía sobre bolsas de trabajo, posibilidades de alojamiento, también hablé con “aquel Sr. de la Amia”  
No tenía trabajo, dormía en la plaza. Tenía una pareja con la que se llevaba bien, pero no siempre lo dejaba dormir en su casa, no siempre lo “alojaba”.
Después de esa primera entrevista, pensé que su necesidad era otra: la de alojarse en otro plano, un plano que le permitiera construir un marco para el abismo en el que se movía; un vacío en el que al reflejarse, no encontraba un semejante que le respondiera. Al día siguiente no volvió. Llamé a la casa de su pareja, quien parece que ese día decidió albergarlo. Contó que estaba menos deprimido, que le había hecho bien hablar, pero que no concurrió porque en AMIA no le renovaron la autorización. Le propuse atenderlo sin cargo las veces que necesite.
De este modo se instaló en un lugar en el que se sintió alojado, concurriendo una vez por semana, para contar su historia, tal cual la escribía en unos papeles arrugados, ajados, que siempre llevaba consigo como borradores de un libro que se había propuesto escribir. Aposté a eso, a ayudarlo a escribir su libro.
Su presencia en la sala de espera no pasaba desapercibida, llamaba la atención su aspecto desaliñado, descuidado en el arreglo personal. Siempre cabizbajo y con un semblante de agobio que contrastaba con la locuacidad que   mostraba en el momento de  hablar.
Impulsado por la necesidad de ser reconocido, acudía a algunos canales de televisión, o a editoriales, para conseguir una publicación donde pudiera exponer su historia y lograr alguna satisfacción a su demanda de reconocimiento. En eso consistía su trabajo en ese momento.
En ese primer tiempo de tratamiento no produce otra cosa que el relato detallado, repetido una y otra vez, de su triste historia signada por el horror.
 Horror que comienza cuando a los 7 años, una vez terminada la guerra, apareció una señora salida de Auschwitz que se identificó como su madre, quien había perdido a su marido (el padre del paciente) y fue a buscar  a sus hijos, a quienes llevó a dar un paseo, pero no volvieron más.
Es el momento en el que su vida, según relata, comenzó a tornarse en una “tragedia”. Lo “arrancaron” de un lugar en el que había vivido durante 7 años, junto a su hermano y a otros chicos, al cuidado de “mamá Mercie”, momentos recordados como “lo mejor que le deparó la vida”.
Al poco tiempo Miguel, junto a su madre y su hermano se encontró arriba de un barco que los trasladaría a la Argentina, al igual que todos esos otros que llenaban las bodegas y camarotes del “vapor de refugiados”.
Durante el viaje, todo su esfuerzo estuvo dedicado a comunicarse con su madre, que hablaba un solo idioma: el idish. Él también hablaba un solo idioma: el francés.
Cuando llegaron a la Argentina, se suceden una multiplicidad de hechos que lo confirman en ese lugar tan buscado: el lugar de víctima, pero no de los nazis, sino víctima de su “propia madre”, quien repite con sus hijos lo que hicieron los nazis con ella y con su marido..
·         Fue alojado en el Asilo de Burzaco junto a su hermano, mientras su madre buscaba un trabajo. En su relato abundan los detalles de situaciones vividas en los que se sentía humillado y denigrado.
·         En sus visitas semanales, la madre no cesaba de culpabilizarlos por la muerte del padre, por haber caído en manos de los nazis y por la situación en la que estaban.
·         Su “dolor psíquico”, imposible de tramitar, encontró una suerte de exutorio en padecimientos en el cuerpo: alergias, calambres, dolores, atribuidos a la “depresión” en la que se sumía cada vez que era arrojado por la fuerza a la pileta o frente a las violaciones de las que – dice – haber sido  objeto.

La sustitución del alojamiento en el asilo, por el domicilio de su madre – a los 14 años – significó la reafirmación en el lugar de objeto de padecimientos. Ella había constituido una nueva pareja y sometía a sus hijos a todo tipo de malos tratos -réplicas de los que ella había recibido en el campo de concentración-.
Los esfuerzos del paciente por liberarse, fueron ciertamente fallidos. A pesar de haber tomado la decisión de irse a vivir sólo a los 18 años, no abandonó la categoría de enfermo orgánico y “depresivo”  a los que se sumaron síntomas fóbicos.
Sin embargo logró construir un andamiaje, aprendiendo el oficio de marroquinero. Constituyó una familia y tuvo 3 hijos. Trabajaba 15 horas por día para mantenerlos económicamente, salvo en las oportunidades en que debía interrumpir su trabajo por “razones de salud”, no fueron pocas. Como era de esperar, esos reiterados pedidos de licencia determinaron la causa de despido, se quedó sin trabajo. Ese fue el momento en que abandonó a su familia. Este padre ya no podía pagar, se quedó sin plata, sin recursos.
Vanos fueron los intentos para que su madre lo ayudara económicamente: “vos no tuviste padre, que tus hijos tampoco lo tengan”, fue la respuesta.
Esa frase se escribiría como propia cuando nació su primer hijo: “Yo estoy muerto, no siento nada”, es lo que pensó en el momento que firmó para inscribir el nombre del bebé.
Su nombre había sido escrito en 3 partidas de nacimiento:
  1. Cuando nació, en Francia, con el apellido de su padre judío.
  2. Cuando fue entregado a la familia francesa, cambiaron su nombre por un nombre español.
  3. Cuando llegó a la Argentina, con el apellido de su madre judía.
Sabemos que el nombre sólo puede ser significado si está anudado a una existencia, y esto es lo que el paciente intenta hacer, cuando comienza a relatar su historia desde la primera entrevista. Relato y sufrimiento, expresado  a través del llanto
Lapsus de la analista: “Renato” es el nombre que yo escribí como título de un trabajo clínico para presentar en un ateneo del hospital (había querido escribir “Relato de un caso clínico”) “nato” proviene del latín “natus”: nacido. Renato es un “renacido”, renacido en el sentido literal: que nació más de una vez, en este caso, 3 veces, si entendemos por nacimiento no el hecho biológico, sino por la escritura que testimonia la inscripción de un nombre.
Durante el tiempo que atendí a “Renato” –ése fue un nuevo nombre, ignorado por él- fui escuchando a través de sus relatos, retazos estremecedores de una historia de la que fue un “testigo perfecto” como llama Agamben a Primo Levy, cuando él mismo se compara con el “viejo Marinero de la Balada de Coleridge” Agamben, considera a Primo Levy “un testigo perfecto”, pues, según escribe el mismo Levy, cuando volvió a la casa, no podía hablar de otra cosa que no fuese contar detalladamente lo que le ocurrió  mientras estaba en el campo. “Era una necesidad irrefrenable contarle a todo el mundo lo que me había sucedido”-escribe. “Después empecé a escribir a máquina por la noche…escribía todas las noches, ¡lo cual era considerado más insensato todavía!”. Sin embargo no se siente escritor, se hace escritor con el único fin de testimoniar.
 “Renato” tampoco es un escritor, pero considero que es un testigo del holocausto, un sobreviviente, que logró escribir el libro que se había propuesto. Para él era como haber “cumplido un sueño”, según sus propias palabras.
 “Hijo del Holocausto”, es el título y, en el subtítulo, se lee, “Venganza de una madre”. Esa madre, un Otro devorador, que sí fue víctima directa del Holocausto y, su forma de testimoniar sobre su padecimiento, lo hacía a través de la venganza dirigida a sus hijos.
Me sorprendí cuando me llamó para comunicarme que finalmente iba a publicar su libro y me invitó a que sea una de las presentadoras.
Había pasado un año desde que dejé de atenderlo.
En esas páginas, están ordenados cronológicamente, como si se tratase de un acta de su vida (Autobiografía), todos los sucesos que había relatado puntillosamente durante 2 años, mientras concurría a sus sesiones en el hospital.
En la presentación, estaba acompañado por sus hijos, su pareja (Teresa) y su hermano mellizo.
Su aspecto físico y su arreglo personal habían cambiado notablemente. Me regaló un ejemplar en el que escribió una dedicatoria, además nos menciona y agradece, tanto al psiquiatra como a mi.
Cuando lo leí, me encontré con la repetición literal de todo lo que me había contado y, que volvía a contar cada vez que se encontraba con alguien en la sala de espera, en el ascensor, en la calle, en una plaza, etc.
Leyendo el Epílogo, me enteré que durante el año transcurrido desde que se interrumpió su tratamiento en el Hospital, hasta la publicación de su libro, tuvo 2 internaciones en el Htal. Alvear y en ese momento estaba “haciendo su rehabilitación”.
A medida que avanzaba en la lectura de esas páginas  -ahora compiladas en el formato de un libro- ya no como deslucidas hojas sueltas y ajadas, interpreté que hay un saber, que se da a conocer desde lo textual de su escritura.
No hay retórica, no hay simbolización.
Sin embargo, la escritura de su libro la interpreto como una ligadura que le permitió elaborar un producto que lo represente. Hay elaboración, hay escritura, no se trata de un número grabado en su brazo (como seguramente tendría su madre), marca indeleble en el cuerpo, que la señalaba como sobreviviente
Mis reflexiones, a esta altura, me llevan a preguntarme si esta producción es un Testimonio, teniendo en cuenta que testimoniar es atestiguar, o sea ser testigo.
Agamben, en su libro “Lo que queda de Auschwitz” afirma que hay 2 palabras en latín para referirse al testigo: 1) “testis”, etimológicamente significa aquel que se sitúa como tercero, ”terstis”, en un proceso o un litigio entre 2 contendientes. 2) “superstes”, hace referencia a quien ha vivido una determinada realidad, ha pasado hasta el final por un acontecimiento y, está en condiciones de ofrecer testimonio sobre él.  Ésta es la posición en la que están los sobrevivientes de Auschwitz, más aún, se da el caso de muchos de ellos que se sienten culpables de haber sobrevivido y el hecho de dar testimonio, les permite una suerte de tramitación de la culpa, un ejemplo de ello es Primo Levy, cuando escribe: ”estoy en paz conmigo mismo, porque he testimoniado”.
También están aquellos que han querido sobrevivir y han sobrevivido para “vengarse”, a esto también se refiere Levy cuando cuenta sobre los “sonderkommando” (Escuadra especial) era el nombre que las SS habían elegido para identificar  al grupo de sobrevivientes a quienes se les confiaba una gestión: la de conducir a los prisioneros – sus propios compañeros – a los crematorios. Durante meses estaban obligados a cumplir las ruines tareas sobre las que ya tenemos conocimiento. Uno de los integrantes de esos grupos escribe: “en este trabajo, o uno enloquece durante el primer día o se acostumbra”…”es verdad que hubiera podido matarme o dejarme matar, pero quería sobrevivir para vengarme y dar testimonio”.
Retomando mi pregunta sobre el testigo y el testimonio, pienso que Miguel testimonia en tanto testigo, pero no del Holocausto llevado a cabo por el nazismo, sino de  la venganza de su madre, ella sí, víctima del Holocausto.
Pero la venganza en sí misma no es testimonio, se hace testimonio cuando deviene en palabra, escrita o dicha. El caso de esta señora, me lleva a pensar en el “Musulmán”, considerado por Agamben el “testigo perfecto”.   Son los que “han tocado fondo”, “los hundidos” – dice Levy –
Los “musulmanes” son quienes ya habían perdido su voluntad de vivir, los compañeros de prisión ni siquiera le dedicaban una mirada, no le daba pena a ninguno. Ese “testigo integral”, ya había eliminado la posibilidad de distinguir entre lo humano y lo no-humano.

Los invito ahora a escuchar algunas reflexiones sobre el Testimonio de Ana. Creo no equivocarme cuando denomino de esta manera el libro que ella publicó, cuyo título es “Todavía me pregunto ¿por qué?”.
Solamente voy a puntuar los sucesos más relevantes de todo lo que está relatado en el libro:
v  Pertenecía a una familia “de buena posición económica” en un pequeño pueblo de Rumania. Perdió a su padre a los 4 años, siguieron viviendo en la misma casa junto a  su madre y una hermana pocos años mayor.
v  Sus idiomas eran el ruso y el rumano pero “puertas adentro” hablaban en idish. ”Ese dialecto de paredes adentro, me alertó sobre nuestra condición de diferentes” –dice Ana.
v  Gracias a esa “campana de cristal”, que construyó su madre, no se daría cuenta de lo que se avecinaba: estaban ante “un peligro inminente”.
v  Cuando los rusos invadieron Rumania, ella “vivía en un mundo rosado”, aún jugaba con las muñecas. Junto con  los rusos, llegaron las confiscaciones y el temor a la deportación.
v  Después de los rusos, llegaron los nazis a su pueblo, ese “pueblito” de paisajes bucólicos que ella describe  con un estilo muy “novelesco”.
v  La idealización cayó abruptamente cuando “La bomba estalló en la madrugada, fue  algún día de junio de 1941”, Ana tenía 11 años.
v  Comenzó “la caza de judíos”: “La vida subterránea y la claustrofobia nos había convertido en verdaderos topos”.”En el sótano, la consigna era sobrevivir”.
v  Finalmente “vinieron a buscarnos…nazis y rumanos”, relata que los subieron a los carros sin saber adonde los llevaban ni qué se proponían hacer con ellos.
A partir de aquí, comienza un camino arduo y duro por diferentes ghetos y campos, todo descripto con minuciosidad, tratando tal vez, de marcar una diferencia entre un lugar y otro, pero siempre aparecía el elemento común a todos, el sufrimiento y la muerte.
El martirio pareció terminar (aunque no tanto) cuando, a través de contactos de  su madre, pudo ser rescatada por un grupo de jóvenes ucranianos que combatían en los bosques. Esa primera parte del rescate consistía en entregarla a su tío, quien en principio no la reconoció, pues por su aspecto, se parecía más a un “batracio” que a un ser  humano. Tenía 13-14 años, no llegaba a pesar 20 Kg, No comía, estaba exhausta, nadie podía creer que fuese un ser viviente. Sólo hablaba cada vez que llamaba a su madre o preguntaba por ella.
La segunda parte de lo que ella misma llama “rescate” fue el re-encuentro con su añorada madre, imaginarizada, desde siempre, como un ángel protector. Ese encuentro también estaba orquestado como parte de la fuga. Fue en el carro de una campesina ucraniana repleto de aves, quien para disimular  la tapó con unas lonas “para que respire”.
Estos recuerdos y muchos otros han estado grabados en el “archivo” de la memoria de Ana. Son los que puede hilvanar bajo la forma de un  Testimonio, que al leerlo, produce el mismo escozor que otros tantos testimonios cuando relatan lo indescriptible.
Prefiero interrumpir aquí el relato sobre el martirio de Ana, y volver sobre mi pregunta acerca de si se trata de un Testimonio y, más aún, si hay diferencia entre un escrito y otro.
En primer lugar, está escrito para dar a conocer a los demás los horrores que tuvo que atravesar, tanto ella como otros seres humanos, no es que habla solamente de ella.
Lo hace a partir de una pregunta: ¿POR QUÉ? Esa pregunta es en la que se sostiene todo su escrito y, aquí ya estamos en el plano en el que Agamben llama la ética.
Finalmente también quiero dar cuenta de por qué el título de mi trabajo: ”Efectos de transferencia” porque, a mi entender, ha sido la transferencia lo que posibilitó  estas 2 escrituras, dentro de los límites que sus estructuras subjetivas lo permitieron.
Además las dedicatorias escritas por ellos “de su puño y letra”, las tomo como parte del escrito: “le agradezco que me haya ayudado a cumplir  parte de mis sueños” dice Miguel
En tanto que Ana escribe: “dedico este relato testimonial, escrito con mucho dolor y lágrimas a la lic…….y agradece “haber compartido sesiones de incertidumbre” y capítulos de su “triste y cargada historia”
  
 Lic. Rita Sánchez

miércoles, 6 de julio de 2016

“El lazo social y los hermanos Karamazov”                                        Daniel Piasek                    

                                                                  “Los hermanos Karamazov” – Fiodor Dostoievski
I
(Del Prólogo)    -Juan Forn-
1 .- Dostoievski cuenta con 56 años cuando escribe esta obra.
2.- La muerte de su pequeño hijo Alexei lo trastorna;  su esposa que sabe que sólo el trabajo salvará a Dostievski de ahogarse en la pena lo envía al lejano Monasterio de Optima Pustin.  En ese retiro donde Gogol y Tolstoi encontraron iluminación antes que él,  Dostoievski descubrirá los componentes centrales de Los Hermanos Karamazov.
3.- Mucho contribuyeron las conversaciones a solas con el Staretz del monasterio ( en la obra hay tramos de conversaciones con el staretz Zósimo de uno de los hermanos que son tramos de verdadero análisis ), pero más decisiva es la influencia de una noticia acerca de un parricidio ocurrido en la región..
4.- La construcción de personajes es aquí poderosa. No hay elenco femenino en Dostoievski comparable al de esta novela (las temibles rivales Gruschenka y Catalina Ivanovna, la frívola señora Joklakova y su inquietante hija adolescente Lize ), contrapeso indispensable para el cuarteto de titanes conformado por “el viejo”
                                                              Fiodor Karamazov
                                                                    Y sus hijos
                                (Dimitri o Micha)                                       (Alexei)
                                      MITIA                       IVAN                  ALIOSCHA
5.-Hasta los niños le salen bien aquí, dos en particular, Illiuschka y Kollia, con roles claves en el desenlace.
6.- En su cuaderno de notas para esta novela Dostoievski escribió: “Creo  que la necesidad más arraigada en el pueblo ruso es una inagotable, voluptuosa necesidad de sufrir en todo momento, en todo lugar y por todo motivo”.  Y en el momento decisivo de El gran Inquisidor agrega : “ Para el hombre no hay preocupación más atormentadora, siendo libre, que la de buscar ante quien inclinarse”.
7.- Por esa clase de cosas Dostoievski es tan inigualable. Retrata “la comicidad ultrajante de las contradicciones humanas”. Abelardo Castillo dijo que en Tolstoi el mundo es tan endemoniado como en Dostoievski, con la diferencia de que es un mundo que parece descripto por el director del manicomio.  En el de Dostoievski da la sensación de que el director del manicomio es uno de los internados.

                                                                          l l

Bien, he leído la obra cumbre de Fiodor Dostoievski, Los Hermanos Karamazov.  Concluí su lectura hace un par de años y la densidad del texto hizo que me acompañara - me refiero a su lectura- du-rante cuatro años.  Su recorrido fue alternado con algunas obras menores, recuerdo ahora de Ha-ruki Murakami una, otra novela de Saramago y por cierto textos del Maestro Freud o de Jacques Lacan que siempre releo por cuestiones de trabajo y también por el “placer del texto “ ( así Roland Barthès ).  Cuando digo obras menores no se trata de calidad ni juicio alguno, sino compara das en densidad y longitud respecto de la obra maestra de Dostoievski.      Cada tanto me visitan en el recuerdo algunos de los personajes atormentados y conflictivos de esa trama textual, algunas de esas escenas detalladas extensamente.
    Texto el de Los hermanos Karamazoff tan freudiano que sólo una cuestión de años – Freud es posterior – nos hace medir su espesor y conflictiva, la claridad con que el autor encarna en los distintos personajes la culpa,  el manejo de las buenas intenciones y la mala fé    ( así Lacan ).
   Hubo que elegir al principio – cuando digo al ppio hablo de meses – cual era la edición que más nos gustaba en tanto traducción, estilo y también formato, me refiero  a que las ediciones que presentaban la obra en un solo tomo no me sirvieron ya que me gusta trasladar la obra que estoy leyendo a un café en pausas del consultorio, al tren que tomo una vez en la semana en cuyo trayecto la lectura se torna freudiana y enriquecida por Bosnia y Herzegovina.  En ese caso la versión que lanzara Página 12 en esos años fue inmejorable y la recomiendo para aquellos que padezcan como me sucede en el traslado de obras tamaño Biblia o gran diccionario. Siendo por cierto la mejor traducción al menos entre las que pude leer. ( edición de cuatro entregas).
   Si ensayo como lo hacía Freud en sus textos, con las preguntas que podría suscitar en mis interlocutores los detalles extensos de esta introducción, puedo responder que este era un libro que me esperaba hace tiempo, como me suele suceder con las obras citadas por nuestros maes tros, que suscitan en mi una expectativa especial.   En este caso el acento puesto por el maestro  Sigmund Freud en el parricidio me pareció más un intento de justificar ante los legos que puede desearse la muerte del padre y ante sus colegas que puede existir un fantasma e ese calibre, que a la obra misma que lo excede largamente.
   Si el lector supuesto sigue con cierto detalle los extensos diálogos que se relatan al principio del texto entre el Staretz Zósimo y uno de los hermanos ( Alexei) podrá captar como en la Rusia del siglo XIX un autor como Dostoievski puede armar lo que un siglo más tarde cualquier hijo de veci-na  (psicólogo) llamaría “ historia  clínica “.      Por cierto con estilo, tan es así que al leerlo se tiene la impresión de estar en la escena, en esa Rusia de grandes familias, de personajes de la servidum-bre que dialogaban con sus amos amigable y hasta familiarmente (famillionariamente) así Freud. Con el agregado de la “puesta en acto del inconciente”, esto es la transferencia.
   El texto va desplegando desde el inicio el lugar de cada uno de los hermanos, provocando en el lector una inevitable inclinación hacia uno u otro, así como la figura del padre es presentada como despreciable de todas las formas posibles.
   Entre la frase anterior y esto que escribo mediaron unos días y mi reencuentro con el texto. Ya no dudo acerca de los nombres de los tres hijos, ni que el destacado por el autor es el menor, Alexei – también nombrado Alioscha – al punto que lo ubica desde el inicio como “el héroe de la historia”.
   La condición miserable del padre a quien se lo describe en una casa cuya parte principal comparte sólo “ con las ratas “, los servidores viven en un sector separado por un patio ya que al amo “ le desagradan los olores que se desprenden de las salsas y demás comestibles durante la preparación”.  Esto es, aún en el crudo invierno ruso, el personal tiene que cruzar el patio para transportar comida o lo que sea de día y de noche.
   Los dos hermanos mayores que Allioscha si bien al principio tienen un papel en el relato de los encuentros entre sí y con el padre, pronto pasan a figurar sólo en relación a sus vínculos y diálogos con Alioscha.    Los tres hermanos habían sido abandonados tempranamente por sus madres, tanto el mayor, Dimitri, cuya madre desapareció siendo él muy niño, como los otros dos- Ivan y Alexei- ambos hijos de una segunda mujer de Fiodor Pavlovitch Karamazov.   Criados por Grigori, descripto como un hombre de alma enorme que se desempeñó como “madre de los tres”, existió desde el principio entre los hermanos cierta distancia que combinada con desconfianza, cuando la obra acontece Alexei trata de remediar.
   Podemos incluir ahora una referencia a la angustia evocando a Lacan cuando habla de ella en el seminario Vl sobre El deseo y su interpretación. Citando al existencialismo, que la ubica como una experiencia de estar frente a la nada, dice que talvez eso le quede bien a la filosofía, en cambio Freud hace de la angustia algo muy concreto y ubicable en una teoría de la comunicación. La angustia convertida en una señal relativa a experimentar el desamparo. (Hilflosigkeit).  Freud nos dice que la angustia se produce como una señal en el yo sobre la base del desamparo que ella, como señal es llamada a remediar.
   Esa sensación, ese vacío relativo a la experiencia del desamparo es la que está presente en cada diálogo de Los hermanos Karamazoff.  Por cierto esto es así cuando no se transita la otra cara que desencadena esa experiencia, el desborde pasional, la traición, el pasaje al acto.  Clima que perfu-ma, humedece todo el texto y por cierto , como toda obra bien escrita no deja a quien la lee en serio, como simple espectador, sino que por el contrario ya sea vía identificación con alguno de los personajes, ya como evocación de una situación semejante en el propio trayecto, el lector resulta sumergido, alterado en relación al tiempo y el espacio.
    El papel que en la vida de Alexei le toca a la religión, al Monasterio, a sus extensas charlas con el Staretz, todo en busca de un límite, en Mitia lo trata de cumplir el enrolamiento en el ejército.
No nos parece delirante tampoco que la cantidad de nombres  y sobrenombres, apelativos usados en la trama  sean un modo del autor de ilustrar una familia desbordada y desintegrada a falta de un límite, inserta en un momento especialmente  crítico de una sociedad que padece los mismos o peores desbordes.         
        Un suspiro, un trago y vamos al texto.

                                                                         III

“ Fiodor Pavlovitch era uno de esos hombres corruptos que, al mismo tiempo son unos ineptos –tipo extraño pero bastante frecuente- y que lo único que saben es defender sus intereses. Este pequeño propietario empezó con casi nada y pronto adquirió fama de pedigüeño. Pero a su muerte poseía unos cien mil rublos de plata. Esto no le había impedido ser durante toda su vida uno de los hombres más extravagantes de nuestro distrito. Digo extravagante y no imbécil porque esta clase de individuos suelen ser inteligentes y astutos.       La suya es una ineptitud específica, nacional.    Se casó dos veces y tuvo tres hijos; el mayor, Dimitri, del primer matrimonio, y los otros dos, Ivan y Alexei, del segundo.   Su primera esposa era de familia noble, los Miusov, acaudalado propietarios del mismo distrito.      ¿Cómo aquella joven, dotada y además bonita, despierta, de espíritu refinado –ese tipo que tanto abunda entre nuestras contemporáneas -, había podido casar se con semejante calavera como llamaban a mi desgraciado personaje ?  . No creo necesario exten  derme en largas explicaciones sobre este punto.     Conocí a una joven de la penúltima generación romántica que, después de sentir durante varios años un amor misterioso por un caballero con el que podía casarse sin impedimento alguno, se creó ella misma una serie de obstáculos insuperable para esta unión . Una noche tempestuosa se arrojó desde un acantilado a un río rápido y profundo     Así pereció, víctima de su imaginación, tan sólo por parecerse a la Ofelia de Shakespeare.   …
…” Adelaida Ivanovna no tardó  mucho en sentir un gran desprecio hacia su esposo. En esas circunstancias las desavenencias conyugales no se hicieron esperar. A pesar de que la familia de la fugitiva aceptó el hecho consumado y envió su dote a Adelaida Ivanovna, el hogar empezó a ser  escenario de continuas riñas y de una vida desordenada.   Se dice que la joven se mostró mucho más noble y digna que Fiodor Pavlovitch, el cual como se supo más tarde ocultó a su mujer el capi   tal que poseía: veinticinco mil rublos, de los que ella no oyó nunca hablar.  Además, estuvo mucho tiempo haciendo las necesarias gestiones para que su mujer le transmitiera en buena y en debida forma un caserío y una hermosa casa que formaban parte de su dote.   Lo consiguió porque sus peticiones insistentes y desvergonzadas enojaban de tal modo a su mujer, que esta acabó cedien do por cansancio. Por fortuna, la familia intervino y puso freno a la rapacidad de Fiodor Pavlovitch.
  “ Es conocido el hecho de que llegaban frecuentemente a las manos, pero se dice que no era Fiodor Pavlovitch el que daba los golpes, sino Adelaida Ivanovna, mujer morena, arrebatada, valerosa irascible y dotada de un increíble vigor.     Ésta acabó por huir con un estudiante que se caía de miseria, dejando en brazos de su marido un niño de tres años, Mitia.   El esposo inmedia- tamente convirtió su casa en un harén y comenzó a organizar toda clase de francachelas.  Además comenzó a recorrer la provincia lamentándose ante el primero que encontraba de la huída de Ade-  laida Ivanovna, a lo que añadía una serie de detalles sorprendentes sobre su vida conyugal.
“… La familia de la mujer se enteró que la desgraciada había muerto en un tugurio, según unos, a consecuencia de unas fiebres tifoideas;  según otros de hambre.  Fiodor Pavlovitch estaba ebrio cuando le dieron la noticia de la muerte de su esposa, y cuentan que echó a correr por las calles levantando los brazos al cielo y gritando alborozado : “  Ahora Señor ya no retienes a tu siervo “. Otros aseguran que lloraba como un niño hasta el punto que daba pena verle, a pesar de la aver- sión que inspiraba.  Es muy posible que ambas versiones se ajusten a la verdad, es decir, que se alegrase de su liberación y que llorara a su liberadora. Las personas, incluso las peores, suelen ser más cándidas, más simples, de lo que suponemos… sin excluirnos a nosotros. 
“  Cualquiera puede figurarse lo que sería aquel hombre como padre y como educador. Abandonó por completo al hijo que había tenido con Adelaida Ivanovna, pero no por animosidad ni por ren-     cor contra su esposa, sino simplemente porque se olvidó de él.   Mientras abrumaba a la gente con sus lágrimas y sus lamentos, hacía de su casa un lugar de depravación, Grígori, un fiel sirviente se ocupó de Mitia.
“  Después de haberse desembarazado de Mitia, Fiodor Pavlovitch se casó otra vez. Este matrimo-     nio duró ocho años. Su segunda esposa, joven como la primera, era de otra provincia.  Sofía Ivanov  na era hija de un humilde diácono y había quedado huérfana en su infancia, quedando bajo el cuidado de una protectora.   Fiodor Pavlovitch pidió su mano, pero fue rechazado cuando se obtu   vieron informes de él. Entonces propuso a la muchacha raptarla , como había hecho con su primer matrimonio. Con toda seguridad ella se hubiera negado a ser su esposa si hubiese estado mejor informada acerca de él. Pero eso sucedía en otra provincia. Además, ¿ qué podía discernir una mu-  chacha de dieciseis años como no fuera que era preferible arrojarse al agua que seguir en casa de su protectora ?.  Es decir que la infortunada sustituyó a su bienhechora por un bienhechor.  Esta vez Fiodor Pavlovitch no recibió ni un céntimo, pues la generala e enfureció de tal modo, que lo único que le dio fue su maldición.                              Pero Fiodor Pavlovitch no contaba con el dinero de su nueva esposa . La extraordinaria belleza de la joven, y sobre todo su candor, lo habían cauti-  vado a él, un hombre todo volptuosidad, que hasta entonces sólo había sido sensible a los atracti- vos más groseros. “Sus ojos inocentes me taladran el alma”  decía con una sonrisa maligna.
“ Pero aquel ser corrompido sólo podía sentir una atracción de tipo sensual.  No tuvo ningún mira-  miento con su esposa.  Su casa fue escenario de orgías en las que tomaban parte mujeres de mal vivir . Un detalle digno de mención es que Grigori, hombre taciturno, estúpido y obstinado, que había odiado a su primera dueña, se puso de parte de la segunda, discutiendo por ella con su amo de un modo inadmisible en un doméstico.  Un día llegó a despedir a las doncellas que rondaban a Fiodor Pavlovitch.  Andando el tiempo, la desdichada esposa que había vivido desde su infancia en un perpetuo terror, contrajo una enfermedad nerviosa corriente entre las lugareñas y que hace que demos a sus víctimas el calificativo de “endemoniadas”.  A veces la enferma, presa de terribles crisis histéricas, perdía la razón.  Sin embargo dio a su marido dos hijos, Iván que nació un año después de la boda, y Alexei, que vino al mundo tres años más tarde.      Cuando Sofía Ivanovna murió, Alexei tenía cuatro años, y por extraño que parezca, se acordó toda la vida de su madre, aunque como a través de un sueño.  Al fallecer Sofía Ivanovna,  los dos niños corrieron la misma suerte que el primero: el padre se olvidó de ellos, los abandonó por completo y Grígori los llevó a su pabellón.      Alli los encontró la vieja generala, la misma que había educado a la madre. “  …se presentó en casa de Fiodor Pavlovitch. Su visita duró sólo media hora pero aprovechó el tiempo. Era el atardecer, Fiodor Pavlovitch, al que no había visto desde hacía ocho años se presentó ante ella en completo estado de embriaguez.  Se cuenta que apenas lo vio llegar le dio dos sonoras bofetadas y a continuación tres tirones de flequillo.  Hecho esto y sin pronunciar palabra, se fue al pabellón donde habitaban los niños. Estaban mal vestidos y sucios, viendo lo cual la irascible dama dio otra bofetada a Grigori y le dijo que se llevaba a los niños .  Tal como estaban, los envolvió en una manta, los puso en el coche y se marchó.  Grigori tomó el bofetón como un sirviente perfecto y se abstuvo de emitir la menor protesta. Acompañó a la anciana a su coche y le dijo, inclinándose ante ella profundamente : Dios la recompensará por su buena acción.    –Eres un tonto de remate- respondió ella a modo de adiós.
  “  Después de analizar el asunto, Fiodor Pavlovitch se declaró satisfecho y enseguida dio su consentimiento en regla para que los niños fueran educados en casa de la generala.  Hecho esto se fue a la ciudad a jactarse de los bofetones recibidos.   Poco tiempo después murió la generala. Dejó mil rublos a cada niño “ para su instrucción “. …
…” El tercer hijo : Alioscha (recordar que al comienzo dijo refiriéndose a él “ al iniciar la biografía de mi héroe “). Tenía veinte años (sus hermanos Ivan y Dimitri  24  y  28  respectivamente)”   ( se refiere a las edades al momento de transitar esta historia).   “ Debo advertir que  Alioscha no era en modo alguno un fanático y ni siquiera a mi entender, un místico.  Yo creo que era sencillamente un filántropo precoz y que si había adoptado la vida monástica era por ser lo único que le atraía hasta ese momento, y porque representaba para él la ascensión radiante de su alma liberada de las tinieblas y de los odios de aquí abajo .  Aquel camino le atraía únicamente porque había hallado en él a un ser excepcional a su juicio, el famoso Staretz Zózimo al que se entregó con ese fervor insaciable de su corazón de novicio. Desde la cuna se había mostrado como un ser distinto de los demás.  Ya he dicho que habiendo perdido a su madre a los cuatro años, se acordó toda la vida de su rostro y sus caricias como se recuerda “” los de un ser viviente “”.  Estos recuerdos pueden persistir –todos lo sabemos- aunque procedan de una edad más temprana, pero son tan sólo como puntos luminosos en las tinieblas, como fragmentos de un inmenso cuadro desaparecido “   ( Brilla en este lúcido comentario del autor  lo que Freud llamaría años más tarde, los recuerdos infantiles encubridores ).      “ Este era el caso de Alioscha.     Se acordaba de un bello atardecer estival en que por la abierta ventana penetraban los rayos oblicuos del sol poniente.  En un rincón de la estancia había una imagen con una vela encendida, y ante la imagen estaba su madre arrodi   llada, gimiendo y sollozando violentamente, como en una crisis de nervios.  La infeliz lo tenía en brazos, lo estrechaba en ellos hasta casi ahogarlo y rogaba por él a la Santa Virgen.  En un momen-  to en que la madre aflojó el abrazo para acercar al niño a la imagen, el ama aterrada llegó corriendo y se lo quitó de los brazos. 
  “ Alioscha se acordaba del semblante de su madre lleno de sublime exaltación, pero no le gustaba hablar de ello. En su infancia y en su juventud se mostró concentrado e incluso taciturno, no por timidez ni por adusta misantropía, sino por una especie de preocupación interior, tan profunda que lo hacía olvidarse de lo que lo rodeaba.    Sin embargo amaba a sus semejantes y sin que nadie lo tomara por tonto, tuvo fe en ellos durante toda su vida.  Había en él algo que revela ba que no quería erigirse en juez de los demás. Incluso parecía admitirlo todo sin reprobación, aun  que a veces con profunda tristeza.  Desde su juventud fue inaccesible al asombro y al temor.                Al cumplir los veinte años en casa de su padre, donde reinaba el más bajo libertinaje, esta vida se hizo intolerable para su alma casta y pura, y se retiró en silencio, sin censurar ni despreciar a nadie  Su padre, especialmente sensible a las ofensas como buen viejo parásito, le había dispensado una mala acogida.  “” Se calla, pero no por eso deja de pensar mal de mi””, decía.  Pero no tardó en abrazarlo y prodigarle sus caricias.  En verdad, eran las suyas lágrimas y ternuras de borracho, pero era evidente que sentía por él un amor sincero y profundo que hasta entonces no había sentido por nadie.
  ..”¿ Qué es un Staretz ? Un staretz es el que absorbe nuestra alma y nuestra voluntad, y hace que nos entreguemos a él , obedeciéndole en todo y con absoluta resignación. El penitente se somete voluntariamente a esta prueba, a este duro aprendizaje, con la esperanza de conseguir, tras un largo período, tras toda una vida de obediencia, la libertad  ante sí mismo, y evitar así la suerte de los que viven sin hacer jamás el hallazgo de su propio ser.”
  Una respuesta del Staretz Zósimo a una señora que lo visitaba para tratar de remediar una enfermedad de su hija :  …” El Staretz repuso :  Eso mismo me dijo hace ya mucho tiempo un médico amigo mío, hombre inteligente y de edad madura.  Se expresaba tan francamente como usted aunque bromeando con cierta amargura. Me decía : “” Amo a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular, individualmente. Más de una vez he soñado apasionadamente con servir a la humanidad y tal vez hubiera subido al calvario por mis semejan    tes, si hubiera sido necesario;  pero no puedo vivir dos días seguidos con una persona en la misma habitación: lo sé por experiencia.  Cuando noto la presencia de alguien cerca de mi, siento limitada mi libertad y herido mi amor propio.  En veinticuatro horas puedo tomar ojeriza a las personas más excelentes. A una porque permanece demasiado tiempo en la mesa, a otra porque está acatarrada y no hace más que estornudar.  Apenas me pongo en contacto con los hombres me siento enemigo de ellos.  Sin embargo cuando más detesto al individuo, más ardiente es mi amor por el conjunto de la humanidad. “”
   Es momento de cerrar las citas de “ Los Hermanos…” no sin antes consignar que el desastre familiar que concluye con el asesinato del padre, fue anticipado por el Staretz y entre otros por Rakitine, personaje cercano a la familia. Las sospechas se fundaban en cuestiones de dinero, pero más aún de mujeres, ya que el hijo mayor Mitia llegó a enfrentamientos violentos con “ el viejo parásito “ a causa de una mujer, Gruschenka, que ambos anhelaban  y compartían.      ( Aclaro que las citas  escogidas pertenecen únicamente al primer tomo de la versión consignada.)
   Mi plan previo al compromiso de presentación se orientó hacia el lazo social  y  lo sorprendente que me resultó encontrar en esta obra singular el antecedente de tantas cosas repugnantes  ( hay descripciones que sin este término no terminan de ilustrarse ) que sucederían hoy entre nosotros.
    Dostoievski vivió entre 1821 y 1881 y nos cuenta acerca de un médico especialista que no puede curar a un hombre enfermo de los pulmones pues su dolencia afecta al pulmón derecho y él era “especialista” en  pulmón izquierdo.  En Rusia  hace 150 años ya reinaba esa farsa de cierta comunidad médica en la que la especialidad, termina convitiéndolos en ineptos y/o especuladores         Queda por señalar,  para comentar junto con ustedes si podemos pensar algo en especial acerca del lazo social en la comunidad analítica y sus dispositivos institucionales.
                                                                                                                        
                                                                                                                                          Daniel Piasek   




sábado, 25 de junio de 2016

Terapia  intensiva : la  vida y la muerte bordada en la boca, una intervención institucional         

Monika Arredondo          



Los tiempos destilan signos. O mejor, los hombres visten cada época con diferentes obsesiones. Hubo tiempos ilusionados, hubo momentos de catástrofes, tiempos de silencio y muerte, hubo épocas serenas como una tarde de abril. Hoy en algunos ámbitos, auguran crisis, en algunos territorios según puede verse queda muy bien asesinar ilusiones, sonreír levemente ante cualquier utopía y explicar puntillosamente que se aproxima el final de una historia. Puede oírse por allí que los grandes relatos son engañosos y sin embargo la actitud frente a los  profetas mercantilistas  se vuelve casi religiosa: se los lee reverencialmente. Una nueva mueca de la historia hace que algunos textos solo algunos  sean legitimitados y adorados cual si fueran evangelios.
Tuve dos maestros que me acompañan en esta escritura uno de ellos Sigmund Freud y el otro Fernando Ulloa con el cual tuve el “privilegio” de trabajar durante trece años. Tomare como punto de partida antes de adentrarme en los laberintos de la clínica institucional a Freud y su “Psicología de las masas y análisis del yo “aún hoy vigente; en este texto se plantea la necesaria presencia de un tercero inevitable y constitutivo en la vida del sujeto social. Este tercero, tomado como “aliado, objeto de amor, adversario o ideal” o tercero en tanto institución y cultura. En términos institucionales no ya El malestar en la Cultura sino La cultura del Malestar parafraseando a mi otro maestro. La institución nos sitúa en la vastedad de una  geografía habitada por “otros reales o imaginados “ y en la dimensión de contratos simbólicos o apropiaciones mortales .
Lo institucional, puede ser una repetición especular de un vínculo monopólico  y excluyente o recrear el concepto mismo de lazo social que incluye  o  rechaza. Puede ser también repetición ciega o sorda o cuestionadora inquiriendo acerca de la validez de una práctica. Este lazo  que se evidencia no solo en el afuera de la institución o en la formación de subjetividad también se asocia con su origen: el significante, que lo identifica, elemento instituido e instituyente de una vieja lucha que nos historiza como seres de cultura. Lo público y lo privado y sus distintas ceremonias márgenes y pasiones.
Soportamos esa articulación, esa presión entre la comunidad y la privacidad, en el límite de lo obsceno y lo simulado . Una y otra vez se reproduce el juramento y la consecuente renuncia narcisìsta ante el acuerdo colectivo; sin perder nuestra singularidad en juego ¡delicado equilibrio!.
La tensión se produce entre el fantasma de ser solo un engranaje y la subjetividad quizás representada en alguna utopía.
Si el análisis de una institución consiste en fijarse por tarea abrir èsta a la vocaciòn de apoderarse de la palabra , toda posibilidad  de intervención creadora dependerà de la capacidad de sus iniciadores de existir en el sitio donde “eso habria podido hablar” segùn el modo de existir marcado por el significante del grupo,  es decir asumir de alguna manera la castración.
Esta introducción define algunas puntuaciones teòricas ante lo real de  la institución hospital y dentro de esa organización un servicio: terapia intensiva   me obliga a describir no tanto lo que se ve sino lo que un analista piensa teóricamente cuando recibe una demanda de un servicio que es el escenario, el último acto de una novela por todos conocida y no por ello menos dolorosa el encuentro con nuestra propia finitud.



Difícil demanda para la actualidad de una época donde cualquier hueco es taponado por la urgencia  de un hacer que colma el mas mínimo espacio de vacío y que atenta ferozmente con cualquier posibilidad de pensamiento por fuera del tiempo homogéneo de la inmediatez.
Hay algunos enunciaciones, relatos fragmentados acerca de su “estar alli” (¿su realidad?) que marcaron un camino   a lo largo de las reuniones que tuve en este servicio que son significativas no solo porque fueron  carta de presentación sino también porque ubicaron conflictos mas allá de la urgencia.
El servicio dispone de aproximadamente 16 camas  es el lugar de derivación de casos complejos no solo del mismo hospital sino también son referentes de otros hospitales.
Tiene grandes carencias a nivel de personal medico, enfermería  y aparatología.
El grupo con el cual trabajo está constituido solo por médicos es mi intención avanzar en mi intervención sobre el sector enfermería y  grupo de padres.

El grupo dice de sí:

·         No hay reflexión del acto médico… Cada uno en su mundo…
·         No hay defensa contra la presión de la Dirección…no se discute, somos un grupo de quemados…
·         Nos han convertido en un embudo… Somos bomberos que apagan un incendio que se renueva todos los días…
·         Lo fundacional trajo de por si la muerte…
·         Nos han municipalizado los afectos, es parte de nuestra problemática, como preservarnos del Caos…
·         El servicio está disgregado y desorganizado, sufriente y en falta. La gente huye.
·         Ya tenemos en nuestra historia cuatro muertes súbitas de compañeros una de ellas agredida por un familiar.
·         El porque se muriò? Que pasò ?muchas veces, la mayorìa es una cuestión de procedimiento. Todo es un tràmite .
·         Convocamos a la justicia (recurso de amparo) porque la palabra no tenìa valor.
·         Siete años sin nombramientos, sin nombrar la historia, los que ya no estàn los que se fueron..

Esta es parte de la descripción de su mortificación de su sufrimiento y agrego del encuentro con su finitud, la muerte en el cotidiano de su quehacer. Como la enfrentan la elaboran y la procesan. Se enuncia pero no se habla no se despliega.
Vale la pena introducir aquí una reflexión con respecto a cuando el cercano  significativo se muestra anestesiado, en su función y narcotizado en su sufrimiento. Los diferentes rostros del borramiento del otro no son sin consecuencias, esos ojos que no miran, esos brazos que no sostienen, el reconocimiento que no llega, abandonan al sujeto a un actuar precipitado, compulsivo, que intenta desesperado abrir alguna rendija para al fin producir una demanda, una apelación a un tercero, que lo rescate de la soledad extrema de su propia muerte. A imagen y semejanza de sus pacientes  que no miran , no responden y tampoco los sostienen en el para que  de su tarea.


En el inicio utilice cuatro ejes de trabajo herramientas que a la manera de hilo de Ariadna me acompañaron y aùn hoy  me muestran distintas formas de abordaje y de interpretación:
1.      El rey ha muerto, Viva el rey?: Se alude a la muerte en tanto fundacional de la existencia del servicio. El primer jefe se muere en el intento de organización de un servicio ideal, ese duelo no ha sido realizado y todavía persiste en el grupo el imaginario de la época dorada de ese Gran Otro que efectivamente los protegía. Se instala una idealización de un inicio mítico inalcanzable e imposible. Ardua tarea para el nuevo jefe todavía no entronizado ni aceptado por el conjunto.
2.      La segunda formulación teórica deviene de la primera y la nombrè el “cadáver exquisito” ante la evidencia de la no elaboración de ningún duelo (“nos han municipalizado los afectos) nunca hay tiempo, todo es inmediatez , no hay una permanencia del discurso en una revisión de su historia y en la existencia de un futuro. Herida narcisista que no cierra, ausencia siempre presente que les impide pensarse como un nuevo equipo de trabajo.
3.      La tercera herramienta alude al concepto ulloniano de mortificación y naturalización de síntomas que padecen aquellos que trabajan en instituciones ausentes y tóxicas. Atravesados en tanto sujetos por un flujo incesante de situaciones de demanda extrema y de emergencia. Se acepta rápidamente este estado de urgencia generalizada sin posibilidad de pensamiento, y sin dejar huellas. Esta especie de asepsia en cuanto a la memoria, a la marca, es una forma de defensa fallida frente a una realidad colapsada de situaciones traumáticas.
4.      El cuarto eje es el despliegue de metáforas en el imaginario del grupo y de la institución , a modo de ejemplo : ser  el final de un  camino, el último episodio, el cuello de botella,  los administradores de la muerte. Este imaginario afecta profundamente no solamente al equipo sino tambièn  a los padres de estos chiquitos y al como se los incluye o no en el servicio.
Hay muchos analizadores  estos son solo algunos y desde mi hay preocupación. Preocupación  acerca de cómo tramitar los duelos en un servicio en el cual la muerte se ha instalado.
Muerte en tanto olvido en tanto ausencia de relato, duelo y despedida.
Pascal Quignard escribe…”¿ donde aparece la muerte, en los hombres, si no en la felicidad? El goce es la disolución de los miembros en sus medios , reabsorción en su fin.En la alucinación de satisfacción , la vida ha terminado , la bùsqueda es recompensada , el tiempo es destruido. Es el nirvana. En el nirvana, el lenguaje mismo se retira . Eximirse del lenguaje , no ser ya uno mismo , no pensar, no desear, eso es el nirvana.La verdadera muerte, la del prójimo, solo aparece después sobre el fondo de esa experiencia de satisfacción , de la disolución y de la felicidad. Sòlo a partir de la felicidad la muerte puede aparecer entonces a la luz de la infelicidad  y residir en la queja , es decir , en el cansancio de vivir y en la expulsión del pensamiento. El goce espera el sueño en que zozobra . pide la noche , que es siempre la noche primera , que es tambièn la noche última con la que va a reunirse después de este “ lapso” de cuerpo y de lenguaje que llamamos biografía…”
Hago mia esta bella descripción y agrego : el lenguaje en este sentido , se construye , existe en la encrucijada de una lucha aterradora entre la noche y el silencio. La palabra


esa gran dominadora que con un cuerpo pequeñisimo e invisible , realiza cosas monumentales casi divinas. Con la palabra se fundan ciudades se
edifican puertos , se conducen ejèrcitos , se gobierna el Estado Y se  construye un sujeto construccion mas compleja aùn que sus propias obras.
Para finalizar un fragmento de Francoise Davoine que para mi es una asociación inevitable con las caracterìsticas de este servicio y  el sujeto que lo habita “…De repente
un frío furtivo sacudió mi cuerpo y me entregó a un temblor desesperante. Nada supe de aquello que aconteció en ese pretérito aún tan próximo. Quise leer y mis párpados se cerraban pesados como plomos sobre mis ojos agobiados. Sentí una profunda necesidad de abrigo, un deseo intenso de caricias suaves y protectoras que me acercaran otra vez al calor del cuerpo. Así de golpe, perdí la orientación de mi ser y caí en un hondo vacío que me abandonó a lo peor de mis angustias. Lo familiar, lo próximo, lo cercano alteró su esencia y la noche se abalanzó fulminante cubriéndolo todo de sombras…”.  

Monika Arredondo



Bibliografía .
SFreud-  “Psicología de las masas y anàlisis del yo”
Fernando Ulloa .” La novela clìnica psicoanalìtica “
Monika Arredondo “Actas de trabajo del grupo Herramienta 8”
Pacual Quignard “ El odio a la mùsica”
Francoise Davoine “ Discurso analìtico del trauma”