martes, 15 de diciembre de 2015

¿No hay goce sino del cuerpo?
                                                                                       Marìa Teresa Ferrari                         


La enseñanza de Lacan  nos lleva a articular cuerpo-goce en una relación de implicación y corte. No habría goce sin cuerpo. Pero sòlo  si hay un parletre que en su decir  lo corporiza de forma significante.  Sòlo si se ha efectuado la expulsión de goce necesaria para constituirlo, lo que le permite la posibilidad de perder/encontrar algún objeto-tal como nos lo muestra la experiencia del fort-da. No habrá cuerpo sin las operaciones primarias de auftossung, behajung, que irán construyendo un campo de apropiación de lo placiente y de expulsión de lo displaciente.
Este cuerpo-que después advendrà sexuado-se va  constituyendo  ya desde la primera identificación . Esa que Freud define como de amor al padre.
La primera incorporación de la “esencia ausente” del cuerpo del padre, es la  incorporación de su potencia nominante. Las palabras nos “pegan “ y hacen de un soma, cuerpo .Esta  potencia nominante solo puede  transmitirse  desde el decir de algún Otro primordial, que habla, mira, acaricia, desde el vacio ardiente de su propia falta, empujando con esto a gozar, a constituirse corporalmente
Esta primera identificación harà posible la inscripción del rasgo unario , que se anudarà  con el acontecimiento  de la apropiación  de su guestalt especular, no sin el asentimiento del Otro. …,En   un tercer tiempo advendrán las identificaciones necesarias para la definición sexuada: se será hombre, o mujer ,portando en el cuerpo y sus vestimentas los atributos necesarios que hacen a esta decisión Esto dentro del destino neurótico.. Diferente será el campo de la perversión donde queda abolido el lazo amoroso en perjuicio del despliegue de la escena de goce -que tiene como condición la angustia-divisiòn subjetiva del lado del partenaire. En el campo de las psicosis también quedarà la decisión sexuada marcada por la imposiblidad del funcionamiento de la metáfora paterna, dadora de sentido a través de la significación fàlica.
Si hay neurosis se irán articulando los diferentes  modalidades gozantes  del pequeño a con la significación fálica- clave de toda significancia-, vacíos que permitirán la secuencia de la metonimia deseante, y que perfilaran la puesta en marcha del circuito gozante, causado por el plus de gozar, como la promesa de un goce.  Asì la pulsión es  la resonancia  en el cuerpo- en sus vacíos, orificios-de un decir… Hay goce sexual porque somos hablantes. El lenguaje, con su propia hiancia , nos marca en el cuerpo.   Somos corporales, quedando anudados cuerpo goce en nuestro decir y en el despliegue ficcional de nuestra  escena en el mundo.
Si un analizante produce una demanda de análisis es porque inevitablemente, traido por su síntoma, acude a Otro que  pueda  allí semblantear en el artificio transferencial , cierto  reconocimiento ¿.Quien eres tu, como gozas, que se te vuelve imperioso para ex - sistir?  Se pregunta todo neurótico armando ese Otro supuesto que sabría. Porque en el desdoblamiento que la castración produce- si es que hubo cuerpo y hubo neurosis- el parletre con su lalangue habla desde eso otro que es- desconociéndolo. No queriendo saber nada de ello..
No hay experiencia analítica  sin presencia del analista .Lacan ha señalado  que esta presencia- que es corporal- es la puesta en acto de la realidad sexual del inconciente.  .Por eso hace falta la presencia del analista prestando su cuerpo para encarnar la voz, la mirada, el objeto oral o anal, que se pasarà a  deglutir, escupir, retener o expulsar, en la experiencia, que es también de goce. Pero imposible sin amor.
¿Qué produce la experiencia analítica con el goce que el analizante viene a desplegar en transferencia? ¿ Lo domestica?,¿ lo acota? ¿lo re-orienta?  Lo prohíbe? El goce librado a su propio empuje no tiene limite, nada hay que lo satisfaga si no queda anudado al deseo y al amor.. Cada parletre  tendrá que   convivir  con eso que se le impone, encontrando un savoir y faire , que no tiene que ver tanto con un “saber”, sino con la puesta en acto de una verdad: Eso te concierne . Llegar a ubicar la inexistencia del Otro-supuesta “causa” de todo padecer neurótico-, hará posible la responsabilidad por el  goce que nos habita. .Advenimiento de ese tiempo de subjetivación del circuito pulsional donde advertimos hasta què punto nos hacemos hacer-  nuestra demanda dirigida al otro/Otro que intenta sostener con èl la escena de goce que nos sostiene , que nos hace falta inexorablemente para estar allì.. Y en este advertir, la posibilidad de hacernos responsables  del  el goce que nos concierne.
No hay abordaje posible del goce sin el lazo que puede armar el amor. No podríamos sostener ningún trabajo  con el goce sin la mediación del amor de transferencia. También en la experiencia analítica, el amor es lo que permitirá al deseo condescender a algún goce. Sin ello, la obscenidad  mostrativa del goce, y su empuje a la infinitud, impediría todo decir y  toda escritura .
Cercar eso que goza, , que es lo ajeno y a   la vez lo màs propio, no es tarea simple.…Discernir hasta qué punto esa escena privada donde cierto goce se vuelve indispensable, pese a lo repudiado, constituye lo más irreductible del síntoma
En un analizante lo irrenunciable eran sus ingestas nocturnas, sus ataques de voracidad , que ponían en jaque todo intento de régimen, de estabilidad en un peso posible .Durante las sesiones debía concurrir siempre al baño. ¿Era lo  incontenible de la aspiración a un todo fusional , a un pleno de goce, lo que lo  llevaba a no poder terminar de vaciar lo que había que vaciar para causar su deseo.?. En un momento pudo comenzar a hablar de su apatía, su desinterés por las cosas, su impotencia, la necesidad de dejar de funcionar puramente en función de la demanda del Otro.. De mostrar en acto  la imposibilidad de vaciar , a poder hablar de su falta de deseo ,Momento fecundo donde   decir promete la contingencia de alguna escritura.  Que algo cese de no escribirse., para producir  un  cambio en esta posición gozante. No sin estar sostenido por el amor de transferencia…Lo  que le permite ahora  cercar con palabras alguna verdad respecto de aquello que le concierne en términos de goce, tanto en  lo que lo excede como en lo que le hace falta,.. Dejar de responder a la demanda voraz que situaba en sus propios hijos, que era la condición fantasmàtica de hacerse padre .Se escuchaba un exceso allì, en responder a lo que su` propio padre no había podido, que  lo dejaba exhausto y vacío, porque  nunca alcanzaba lo que podía dar…
Los análisis no son experiencias “intelectuales”, sino  que ponen en juego lo pasional-pulsional  de cada quien. Cuando Lacan introduce su neologismo lalangue, trata de terminar de romper con la escisión alma-cuerpo.Lo que decimos, lo que escuchamos lo que escrituramos en un análisis  nos toca en el cuerpo. Por esto, en la Tercera, Lacan propondrà que la angustia tiene que ver con registrar que somos corporales. Que nos reducimos a ser un cuerpo. Cuerpo sexuado, cuerpo amenazado por la castración y por la finitud,y a la vez “sustancia gozante”.
 Què otros destinos para el cuerpo gozante se abren cuando se transitan fuera de la experiencia analítica? Cuando no hay una pregunta que intente cernir alguna verdad sobre la responsabilidad subjetiva  en esto que pasa?
Me gustaría abrir ciertas preguntas que trae el último film de Woody Allen, “El hombre irracional”.El personaje central es  Abe, un profesor de filosofía que siente haber tocado fondo, y que se acompaña todo el tiempo de una petaquita de whisky para adormecer su profundo hastìo de vivir. Està inhibido, no puede escribir un libro ni tampoco tener sexo con una mujer.Se encuentra de visita como docente invitado por una Universidad en un curso de verano .Allì conoce dos mujeres, una colega-que rápidamente se enamora de èl y busca seducirlo- y una alumna, con quien comienza a transitar los senderos de una amistad .Se impone ese lìmite de ser sòlo amigos, aunque la muchacha parece querer algo màs.Lo detiene  el hecho de que se trata de una alumna, y de que tiene novio. No obstante, no se priva de seducirla a partir del relato de su vida colmada de pèrdidas, la muerte de su madre a los 12, la mujer que lo deja por su mejor amigo, un amigo muerto al pisar una mina en Irak.Se presenta como la vìctima de un mundo sòrdido que no ha dejado de lastimarlo .Por eso toma de màs..
Un hecho fortuito, escuchar en un bar las tribulaciones de una mujer a quien un juez venal parece dispuesto a quitarle la tenencia de sus hijos, produce un viraje en su existencia opaca y alcoholizada. Cuando escucha decir que la mujer le desea al juez un cáncer, se le impone una frase que lo turba, lo marea y le genera un estallido de sensaciones corporales :no basta con desear que se muera, tienes que actuar en esa dirección…
Logra salir de esta turbaciòn cuando decide matar al juez en cuestión, como manera de aplastar a esta cucaracha que tanta desdicha le causa a esta pobre mujer .Planifica el crimen perfecto, nadie podrá sospechar de èl por carecer en absoluto de razones para el crimen, en poco tiempo se irà del lugar , y habrá hecho entonces su pequeñísimo aporte de librar a la humanidad de estos “¿padres”? gozadores y terribles…
Esta  decisión le genera un cambio significativo, se le despierta un goce por las cosas de la vida, vuelve a tener apetito, se siente pleno, puede tener sexo con la colega docente. Finalmente consuma el asesinato, sustituyendo el vaso de jugo que el juez se tomaba en su training sabatino por otro contaminado con cianuro. Veneno que había obtenido del laboratorio de la Universidad, dejando dos testigos, la  amante a la que le había sustraído la llave para entrar al lugar, y una alumna con quien se cruza en plena acción de robarse el veneno..
La consumación del crimen le hace franquear otra barrera, le propone festejar la muerte del juez venal a la alumna, aquella con quien había sido testigo de la confesiòn de la madre atribulada .Ella  se muestra dividida por el acontecimiento, le genera culpa festejar la muerte de ese “padre malvado”. No obstante a partir de este encuentro se  abre la barrera que lo detenía a tener sexo con ella y pasa al acto de convertirla en amante.
                Abe ha encontrado un sentido para su vida en este  sacar del mundo a un padre aborrecible,lo empuja el goce parricida.. Deja de jugar a matarse para pasar al acto de matar, matar a un padre .Los hechos se precipitan, Abe vive en el mundo de los hablantes donde no puede dejar de hablar y de dar cuentas ante los otros de sus actos. .Finalmente las dos  amantes terminan  descubriendo su implicación en el asesinato. Todo se precipita cuando la policía inculpa por el crimen a un inocente .La alumna lo amenaza con denunciarlo si èl mismo no se involucra y dice la verdad.. Un crimen lleva a otro crimen, porque no hay crimen perfecto .Pero esta vez Abe fracasa, no logra acallar a la muchacha matándola,y se mata… Su posición melancólica lo lleva a fracasar, dominado como està por su entrampamiento en el goce masoquista, del que sale muy fallidamente con su asesinato .Porque no se priva de dejar  pruebas para quedar inculpado…No le alcanza para ex -sistir el goce parricida, porque lo empuja a seguir dentro de la lógica de matar o morir. Ha quedado enredado dentro de los excesos trágicos de ese mandato que lo empuja : Goza!!!!!.
                Por el contrario, la alumna  neurótica ha logrado salir del hechizo que le hacìa confundir  complicidad de goce con amor, y sostenida por el amor de su novio, logra salvar su vida .
                Lo que revela que no es posible la existencia sin este acotamiento que el amor produce  en el goce parricida , goce que para su satisfacciòn   plena no puede sino multiplicar los asesinatos, esto de que el crimen lleva al crimen. Por algo en el mito freudiano de Totem y tabu, los hermanos deben producir su pacto de acotamiento de goce para impedir que el crimen parricida retorne.
El neurótico común, a diferencia del héroe trágico, del perverso, del melancólico o del psicótico  logra tramitar la prohibición de estos goces – tanto el parricida como el incestuoso- pagando el precio de sus síntomas. Que lo aquejan dividèndolo, que lo perturban con la culpa, la deuda, la duda, la ambigüedad..Pero que con esto presevan su posibilidad de ex -sistir, adviniendo a los pequeños goces privados que nunca lo complacen del todo, pero que le van haciendo la vida ciertamente màs amable que la de nuestro perturbado personaje de ficción.
El cuerpo del neurótico padece sus síntomas , que lo previenen  con el horror al acto –ese al cual conduce el empuje   a gozar .Acto que produce otra nominación, y que puede también ser pasaje al acto, caída para siempre de la escena…
Este horror al acto es siempre un horror a la puesta en juego de este hacer que será siempre corporal. Todo asesinato, todo crimen requiere de un hacer significante donde se pone en escena el cuerpo .No sin el cuerpo, aùn en el caso de que sea por encargo,  se está  allì habitando el cuerpo del sicario, con la mirada, con la voz, con la imaginación, con el deseo..
¿Es en este sentido que debemos sostener la premisa lacaniana de que no hay goce sino del cuerpo? ¿Es porque no es posible prescindir del nudo significante –goce que debe quedar encarnado en el cuerpo de alguien? Porque la tradicional división entre un cuerpo y un alma, que depara para el alma la inmortalidad , condenando al cuerpo a la decrepitud y la perentoriedad, queda puesta en cuestión en esta discursividad, que, ya desde  Freud se  escritura con este concepto lìmite que es el de pulsión, .Que màs que un concepto lìmite,  le pone un lìmite a esta maniquea división alma-cuerpo .Somos corporales, hablamos con el cuerpo y en nuestro cuerpo bañado por el lenguaje resuenan los decires que portan las verdades que nos conciernen.
Tanto las ficciones literarias o cinematográficas, como en  el decir de nuestros analizantes es posible una lectura y una escritura de esto que se dice y esto que se hace.Y que no es sin el cuerpo.