Debatir sobre la
técnica en psicoanálisis
.
Una característica de la Modernidad es la
producción en serie incluida la visión del ser humano objeto de clasificaciones
científicas.
Freud, hace una doble
ruptura, la primera dividiendo al sujeto
con la invención del inconciente y su lógica que como consecuencia desbancó la
hegemonía de la Razón ligada a la conciencia y al sujeto racional dueño de sus
actos nacido en dicha era.
La segunda
consecuencia fue la ruptura de la producción en serie proponiendo un modo de
tratar el padecimiento humano que apunte a la singularidad. Al
transmitir su clínica dio cuenta de la particular historia de cada sujeto en
transferencia, condición necesaria para la cura.
Que sus casos fueran
leídos como novelas habla de que la verdad tiene estructura de ficción. Esto
sorprendía y casi molestaba a su espíritu científico aunque también sabía que
la ciencia no alcanzaba para aprehender la esencia humana y aconsejaba a los
analistas a investigar mitos, religiones y literatura.
En su texto Más allá
del principio del placer da un salto en la teoría y plantea a la repetición
como esencial al funcionamiento psíquico. No todo era Vorstellung repräsentanz,
o sea cadena significante, nombre que le da Lacan a las representaciones
freudianas sino que opera un núcleo oscuro que ya en el Proyecto de una
psicología para neurólogos nombraba como la Cosa, das Ding, perdida desde los comienzos aunque nunca
tenida, del orden de lo éxtimo pero que continúa produciendo efectos.
El real psicoanalítico
no es el real de la ciencia, es el real anudado a lo sexual.
Nuestra práctica y
reitero, nuestra práctica solo es tal, en transferencia aunque tanto Freud como
Lacan teorizan pensando en la ciencia y el segundo la define como una ciencia
conjetural.
Con respecto al tema
que voy a proponer en este trabajo tengo por interlocutor al libro de Ricardo Diaz Romero :
La pregunta por la técnica con quien coincido en su planteo del analista como
el technítes griego. El tema se ma ocurrió como producto del trabajo realizado con Nora Trosman de la
conferencia de Heidegger: La pregunta por la técnica.
Lacan no fue ajeno a
la obra del filósofo, tampoco a su persona a quien visitó al final de sus
vidas.
Para retomar adonde va
a poner Lacan el acento sobre el viraje que hace Freud, dice al comienzo de su
primer seminario: “Osó atribuir importancia a lo que le ocurría a él, a las
antinomias de su infancia, a sus trastornos neuróticos, a sus sueños. Por ello
es para nosotros un hombre situado como todos en medio de todas las
contingencias: la muerte, la mujer, el padre”. (1) Nada más alejado de una
posición cientificista de exclusión del sujeto. Pero también propone la vuelta
a Freud leída desde la teoría del significante saussureana subvertida de forma
tal que da un axioma fundamental para el psicoanálisis: “el significante es lo
que representa al sujeto para otro significante”. Con él vuelve a poner en su lugar al lenguaje
en psicoanálisis y al significante como el productor del sujeto del inconciente
carente de toda sustancia.
Más adelante nos
propone situar al sujeto en los efectos del discurso que no es el lenguaje en
general ya que es inabordable. Articulación significante que produce un saber
no sabido y un sujeto efecto de que hay un decir.
Privilegio del decir sobre
el hablar por eso llega a hablar de un
discurso sin palabras.
Si el psicoanálisis es una ética del deseo, en tanto praxis, necesita
estar asentada en las tres patas
necesarias según, su fundador: el propio
análisis, la práctica del control o supervisiones y el estudio de la teoría.
Tanto Freud como Lacan ponen el acento en la dirección de la cura y no
del paciente, cura en la que se producen
el inconciente y el analista. En el 75 Lacan dijo “Nunca hablé de formación del
analista, hablé de formaciones del inconciente” (2) esto quiere decir que no es
a la manera de la formación estándar de las profesiones como se hace un
analista ya que no es una profesión sino una práctica de discurso.
En el seminario de la
angustia, el encuentro del 27 de febrero de l963, Granoff a pedido de Lacan
hace una exposición de varios autores sobre la contratransferencia.(3)
Este supuesto
“concepto técnico” puede llevar a dos vías opuestas.
El de Barbara Low quien
goza de la predilección de Lacan. Plantea que hay ciertas satisfacciones que
recibe el analista como respuesta al daño, consecuencia de tres privaciones:
inhibición del placer narcisista, inhibición de la certeza dogmática en la
esfera intelectual y la más difícil de soportar, penosas modificaciones a nivel
del superyo del analista. Dichas satisfacciones están a nivel del resorte
creador de la actividad artística cosa que no pasa en otras actividades salvo,
dice, en el “entertainement”, o sea, el espectáculo. Hace una relación entre el
analista y el artista a nivel de la satisfacción recibida en la tarea.
En el otro extremo,
siempre siguiendo la ponencia de Granoff está Zsasz cuya preocupación política
radica en el poder que ejerce el analista. Para él todo estriba en que el poder
sea legítimo y para esto tiene que tener rigor científico, esto es términos
exactos. Propone para el análisis el modelo del ajedrez en las que ambos deben
atenerse a las reglas. Para quienes no tengan un yo lo suficientemente fuerte
como para jugar dentro de las reglas quedaban fuera del análisis y podían
recibir psicoterapias.
Desemboca en la ego-psychology. Es
claro el ejercicio del poder que ejerce el analista cuando su eficacia en la
transferencia es precisamente por no utilizarlo.
Ante tanto
cientificismo, ¿adónde quedaron los sueños y los actos fallidos?
Freud ofrecía en los
análisis pasar del sufrimiento neurótico al sufrimiento corriente. Esto no era
una promesa de felicidad o de no sufrimiento, ideal que suele portar aquel que
busca un análisis.
Lacan más crítico del
capitalismo ya que pudo ver más que Freud
sus efectos nos propone, en su seminario sobre la ética, no ser garantes
del ensueño burgués que asienta la felicidad en el tener y puede transformarnos
de consumidores en consumidos. Lo vemos en la clínica de las adicciones.
Intenta una
formalización de su discurso y es tajante cuando dice: “El ordenamiento del
servicio de los bienes en el plano universal, no resuelve el problema de la
relación actual de cada hombre en ese corto tiempo entre su nacimiento y su
muerte, con su propio deseo” (4)
La vía de los bienes
esta en disyunción con la del deseo. Es más, el ordenamiento de los bienes
produce segregación: tener piel oscura, vivir en una villa por ejemplo, son
motivo para ser blanco de acusaciones.
El saber técnico se
pone al servicio del ordenamiento social.
El campo de
concentración es producto del positivismo científico que cataloga como
peligroso al diferente.
“La pregunta más
correcta, dice Giorgio Agamben en su libro Homo Sacer, con respecto a los
horrores del campo, no es la que inquiere hipócritamente cómo fueron
posibles…sino indagar atentamente los procedimientos jurídicos y los
dispositivos políticos que hicieron posible llegar a privar completamente de
sus derechos hasta el punto de llegar a realizar cualquier tipo de acción y no
se considerara un delito.”(5)
Una consecuencia de la
transformación del capitalismo en financiero y no productivo de la mano del
avance tecnológico es que casi no se necesita mano de obra y los sujetos pasan
a ser desechos del sistema
El positivismo
científico busca que todo funcione excluyendo la verdad del sujeto.
El psicoanálisis, por
el contrario, interviene en las fisuras del lenguaje desde una lógica del no
todo porque se interesa por el sufrimiento subjetivo que entraña alguna verdad.
Lacan, en el seminario
de la ética en relación a nuestra técnica dice que la pregunta por el cómo
hacer puede engendrar impaciencia porque su promesa es que muchas cosas deben
resolverse. “Pues bien, dice, muchas cosas, pero no todo. Y en esto, ella nos coloca
a la espera de lo que puede presentarse como un impasse, incluso como un
desgarro, no tenemos forzosamente porque desviar de ello nuestra mirada, aún
cuando este fuese todo el resultado de nuestra acción.” (4)
El miércoles 18 de
nov. del año 1953 Lacan da su primer seminario al que llamó Los escritos
técnicos de Freud. (1) No fue Freud quien les puso “escritos técnicos” sino
Strachey al hacer la compilación de la obra.
Ese mismo día de
noviembre del 53 Heidegger da su conferencia: La pregunta por la técnica. Coincidencia
que nos habla del horizonte ontológico de la época.
En el año 51 Lacan
consigue que Heidegger le escriba para el primer número de la revista Psychanaliyse
el artículo que titula Logos y en el que se ocupa de la relación de los griegos
con el lenguaje. Lacan fue el traductor de dicho artículo. En ese mismo año que
en su seminario se dedicó al Parménides habló en contra del psicoanálisis y de
la lógica por ser el pensar sobre el pensar propio de Occidente y que llevaba a
la logística como la mayor especialización científica. Sin embargo, en
Létourdit Lacan va a nombrar su relación con el filósofo en términos de
fraternidad.
Para el tema de la técnica Heidegger
va a rescatar de los griegos: la Tecné. Sin
traducir las palabras griegas para no
desvirtuarlas y achatarles como dice que hicieron los romanos. Plantea que se
entiende por técnica un medio para fines o un hacer. Definición instrumental
aplicable a la técnica moderna diferente a la artesanal.
Va a diferenciar la
técnica de la esencia de la misma que no implica sustancia alguna y no es
accesible por la experiencia, por la práctica o por la representación.
Respecto de los
objetos técnicos, gadgets los llama Lacan, Heidegger en su texto Serenidad de
1955 va a proponer “servirnos de los aparatos técnicos y no caer en una
relación de servidumbre. “Podemos decir “sí” al inevitable uso de los objetos
técnicos y podemos a la vez decirles “no” en la medida que rehusamos que nos
requieran de modo tan exclusivo que dobleguen, confundan y finalmente, devasten
nuestra esencia.” A esta actitud la lama “serenidad” (Gelassinheit).
No es precisamente esta
la actitud que encontramos en las llamadas patologías de la época o clínica de
las adicciones y que podemos pensarlas como respuestas al discurso capitalista
que impele a consumir.
El problema que clasificarlos
con generalizaciones como hacen los DSM lleva a etiquetas yoicas que
desresponzabilizan y desabonan del inconciente.
Un joven adicto no
pasó a ser un analizante. No pudo preguntarse qué de él lo llevaba. En cambio, repetía
en cada sesión: “La moto me lleva sola a comprar las pastillas”.
Un jugador que está en
análisis tenía una máxima que tomó de los grupos de “Jugadores anónimos”: “Yo
siempre voy a ser jugador aunque no juegue”. Está empezando a hacer
desconsistir a ese su “ser jugador” y empezó a no saber quién es y a
preguntarse qué lo llevaba al Bingo en vez de ir a estar con sus hijos. Llegó
hasta a hipotecar la casa.
Volviendo a la Tecné
griega no se trata de ninguna realización práctica sino de un modo de saber.
Ocultamiento-desocultamiento en Banda de Moebius.
Aleteia fue mal
traducida por verdad. Está más cerca de esas medias verdades que juegan a
ocultar, desocultando o desocultar, ocultando en la dirección de la cura.
La carta que se pone a
la vista para ocultarla.
Dice Heidegger: “La
técnica no es un mero medio, es un modo de salir de lo oculto…la técnica
moderna es una provocación que pone ante la Naturaleza la exigencia
de suministrar energía para almacenarlas. Hasta la agricultura es ahora
industria mecanizada de la alimentación.”
O sea que la manera en
que el ser se presenta en la técnica moderna es en su máximo ocultamiento ya
que se hace la máxima exaltación del ente. *
Hoy se nos presentan
en la clínica situaciones impensables en la época de Freud: fecundaciones in
Vitro, congelación de óvulos o espermatozoides, cambios de sexos por
intervenciones quirúrgicas, cirugías de todo tipo y parentalidades del mismo
sexo. Nuestra escucha apunta a cómo se las arreglan los sujetos con su goce y
la dirección de la cura a que se hagan responsables del mismo.
Freud, en sus Consejos
al médico plantea que la técnica podía adaptarse a cada analista. Justamente
por esto no habló de escritos técnicos.
Entonces, reitero para
Freud tan preocupado por fundar una ciencia, la técnica no era fundamental y
era adaptable a cada analista.
Lo incuestionable
eran: el pedido de asociación libre al analizante y del lado del analista: la
atención flotante y la abstinencia.
Lacan va a criticar
duramente la utilización de la técnica que hicieron los posfreudianos en tanto
reglas a transmitir en los análisis didácticos y confundir la resistencia del
discurso con que es el analizante el que se “se resiste a”.
La resistencia es del
discurso y justamente es en esos puntos: lapsus, olvidos, donde se puede
escuchar al significante. Por eso planteó que la resistencia es también del
analista cuando no puede escuchar el discurso del analizante.
Los significantes son
los que se leen en lo que se escucha en el decir de cada analizante.
*Nota: Andrés
Carrasco, embriólogo del CONICET que está estudiando el efecto de los
agroquímicos especialmente el glisfosfato en malformaciones y leucemias, entre
otras, dice: “La ciencia dejó de estar al servicio de la humanidad para estar
al servicio de los intereses. Las grandes instituciones académicas están muy
comprometidos con los grandes concentrados
de capital que les demandan generar mercancías.”.
Podríamos agregar: las
prepagas con los laboratorios.
En el seminario
I, Lacan recuerda de la técnica zen el
maestro hace intervenciones que no son cualquier cosa porque: “El maestro no
enseña ex cátedra una ciencia ya constituída, da la respuesta cuando los
alumnos están a punto de encontrarla. A los alumnos les toca buscar la respuesta
a sus propias preguntas.”
Estas preguntas para
nosotros, analistas, tienen un nombre: síntomas a ser trabajados en transferencia o creados si no
vienen como extrañas incomodidades que el sujeto aparentemente quiere sacarse
de encima.
Como consecuencia del
trabajo analítico poder decir no a que el síntoma maneje al sujeto y decir sí a
saber arreglárselas con él sabiendo también que hay un punto irreductible.
Coincidiendo en parte
con la concepción de la tecné griega, la técnica no es una herramienta
utilizada por el analista sino creada en transferencia en la que el analista es
parte del “concepto” de inconciente y
del discurso analítico.
La técnica no puede
pensarse por fuera del deseo del analista y de su acto, acto analítico que se
da en el entramado de las intervenciones en lo imaginario, lo real y lo
simbólico.
En una presencia del
analista que consistiría en un estar-sin-ser interviniendo desde el deseo de
analista, intervenciones que no valen sino, en cada sesión y momento de la
misma y con cada paciente por eso no somos profesionales que intervenimos desde
el saber.
Para concluir diría
que tenemos que interrogarnos si podemos llamar
“técnica” a la analítica ya que aborda lo que no anda, lo
sintomático, no para hacerlo andar
taponando agujeros a la manera del recurso perverso sino que en transferencia,
encontrarse con ese punto de desamparo estructural para, desde la castración
del Otro poder hacer el pasaje del síntoma, como solución de compromiso, al
sinthome como suplencia mediante la inscripción de la imposibilidad y ya no de la impotencia neurótica .
Es porque no hay
relación sexual que los hablantes necesitamos suplencia.
Estela Maidac
No hay comentarios:
Publicar un comentario